Hablar

Las siguientes semanas fueron frustrantes, las veces que Sebastian vio a Olivia, ella simplemente se dedicó a responder con frases cortas y ni siquiera halaron de tener sexo porque seguía molesta. Olivia estaba demasiado dolida, con Dios ya no tanto porque no era él el del problema sino los hombres que se cruzaban en su vida, su padre, su padrastro, su hermanastro, Sebastian y ese último encabezaba la lista, le había convertido en el espectáculo de la alta sociedad, se sentía más sola y asustada que nunca y ahora vivía con la vergüenza de saber que en cualquier momento podían aparecer sus hijos o él a reclamarle.

Olivia estaba sentada en la oficina redactando unos papeles cuando Alonso se sentó a su lado y le ofreció un café.

—Es un Verona.

—Gracias—Dijo y sonrió porque le encantaba ese café de Starbucks.

—Olivia, no puedes seguir así. ¿Has hablado con Alice de esto?

—Estoy bien.

—No sales a comer, has perdido unos cinco kilos en tres semanas y
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