Capítulo 9.
La temperatura siguió bajando durante la noche.
Estaba segura de que estar aquí a la intemperie durante horas era parte de alguna prueba. Bueno, quizá no tan segura, pero esperaba que así fuera.
-No me estoy congelando. No me estoy congelando... -Murmuraba Gail a un costado de mí.
De alguna lamentable forma nos habíamos arrastrado para quedar unidos por nuestros brazos y compartir algo de calor.
No funcionó ni un poco. Sin embargo, gracias a ello sabía que Gail seguía vivo con cada minuto helado en este lugar.
Pobre lobo. Nosotros veníamos de un clima cálido, así que a pesar de que trabajaba afuera patrullando las fronteras nunca se había congelado el trasero hasta este punto.
Yo tampoco, pero no era el punto.
Tenía algo que me hacía diferente a él: Era increíblemente testaruda.
Un defecto o una ventaja, dependía de la situación. En este caso no quería morir aún, así que usaría toda mi fuerza de voluntad para impedir que eso sucediera.
-Una hoguera, hay una hoguera enorm