Capítulo 31

Abro sus piernas y joder, su sexo brilla, rosado, abierto, listo solo para mí, salivo de tan solo saber que estoy a pocos segundos de hacerla mía por completo, se siente incluso como si estuviera firmando un contrato.

—Eres mía, Azura.

Y diciendo esto, deslizo mi polla en su coño, ella chilla con la simple cabeza, le duele, lo sé, mi tamaño la está dañando y la desgarrará cuando le penetre profundo. Dudo por un momento en seguir, pero ella mueve sus caderas pidiéndome.

—Estoy bien —me asegura.

Entro una vez más y siento como la parto, cuando expando sus paredes internas, sus gemidos son dulces, débiles y llenos de placer, empujo una vez más al tiempo que ella rodea mi cuello con sus manos.

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