En su habitación Marina daba rienda suelta a sus lágrimas,un hondo suspiro salió de su pecho.
Desde que le dieron de alta a Gilbert la vida en la mansión se hacía insostenible,su mal carácter lo amargaba todo a su alrededor.
La joven trataba de hacer el bien sin mirar o tomar en cuenta los reproches del caballero,trataba de pensar en la alegría de que pronto sería madre.
Debía ser fuerte y seguir como si nada pasaba en la mansión,pero esa tarde en cuestión se dejó ganar por la melancolía y se derrumbó.
Las duras palabras de Gilbert eran susurros acusadores en su mente,cerraba los ojos y todo lo que podía oír era:
“Por tu culpa”.
A veces se cuestionaba amar a un hombre como Macallister y ese día más que los anteriores,ella lo amaba y lo odiaba al mismo tiempo,cuando lo miraba recorrer la planta baja de la casa en su silla de ruedas a control remoto sentía pena por él.
Los ojos le ardían de tanto llorar,estaba hinchada y su nariz muy roja como la de un pasado,no sintió cuando fue que se