(POV: Ishtar)
El aire en el Valle de Askeia no olía a bosque.
No olía a tierra húmeda ni a vegetación densa.
Olía a polvo quemado.
Y a algo más…
Algo que no sabía cómo nombrar.
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Nos habían enviado en misión de reconocimiento tras la pérdida de señal de una vieja estación de rastreo. En teoría, sería simple. Una patrulla corta, sin complicaciones. Solo revisar el equipo, registrar condiciones y volver antes del anochecer.
Pero desde que pusimos un pie en ese lugar, supe que algo estaba mal.
El suelo estaba agrietado.
No por calor… por algo más profundo. Como si hubiera temblado, pero solo allí.
Y el aire vibraba. Sin moverse. Sin sonido. Solo una presión sutil, que se colaba por la piel.
Yo lo sentía en el pecho. En el Orvium.
Como si el medallón quisiera advertirme algo… pero no tuviera palabras.
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—Esto no me gusta —dijo Mike, agachado sobre una grieta. Pasó los dedos por la tierra seca y los frotó con cuidado—. Está seca, pero no quebradiza. Como si algo la hubiera… ¿consum