(POV: Ishtar)
Era un día común.
Tan común como puede ser en Valtherium, claro.
Con su eterno olor a metal viejo, pasos disciplinados, ecos de órdenes filtrándose por los pasillos, y cuchicheos que se arrastraban como polvo seco por cada grieta en las paredes. Un día como cualquier otro… hasta que dejó de serlo.
Desde que me desperté, sentí algo.
No una alarma ni una certeza.
Más bien… una vibración sorda, como si el aire estuviera reteniendo el aliento.
Durante el entrenamiento matutino, me costó concentrarme. Cada golpe, cada estiramiento, cada repetición… todo se sentía como si fuera un decorado, una obra montada para ocultar algo que se aproximaba.
Una presencia.
No amenazante.
Pero sí intensa.
A media mañana, nos reunieron en el patio central. Todos los estudiantes activos. Formados en semicírculo, con las armaduras desactivadas y las caras divididas entre aburrimiento, expectativa y esa constante desconfianza que ya es parte del uniforme.
La directora del ala de integración se pl