La habitación se encuentra envuelta en una profunda luz etérea, misma que se mezcla con la suave niebla que cubre cada rincón, dándole al lugar un aspecto más onírico.
En el centro de la habitación, un inmenso lobo negro de pelaje brillante se encuentra profundamente dormido. Cada respiración acompasada del animal, resuena con fuerza dentro del espacio, aún en ese estado, desprende un poder que contrasta marcadamente con la armonía de la estancia.
Poco después, una nueva presencia emerge desde un rincón de la habitación, la figura se muestra primero envuelta en sombras, luego su esencia se cubre con una luz de un ligero tono azul hasta que finalmente su figura se nota de manera nítida.
La figura de la pelinegra da pasos cortos y gráciles mientras se acerca al lobo, su presencia ilumina la habitación cada vez un poco más.
Por su parte, Winter se mantiene de pie frente al ventanal desde el cual puede observar un ocaso perpetuo, pero sin dejar de estar atenta a lo que la pelinegra hace.
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