Inicio / Hombre lobo / VIDA ROBADA - LUNA INDOMABLE / 5 – ROSAS SILVESTRES Y UN MAR SERENO.
5 – ROSAS SILVESTRES Y UN MAR SERENO.

—Entonces, ¿es un pacto seguro? — Fenrir deja salir su pregunta mientras mantiene su mirada fija en el camino que conduce al territorio de la manada del alfa Figarland.

—No del todo, — Matt también observa el camino mientras su mirada se extiende a lo largo del bosque, todos sus sentidos alertas pues sabe que están dentro del territorio de la manada Silver Moon. Aún cuando no puedan verlos, sí puede oler a los lobos que los vigilan desde la distancia—. Shun está totalmente seguro de firmar el acuerdo entre nuestras manadas, pero el alfa Figarlan sigue mostrando algunas dudas sobre los beneficios de firmar la alianza.

Antes de que pueda decir algo en referencia al tema, la presencia de lobos cerrando sus pasos y comenzando a rodearlos mientras se muestran a la defensiva, le deja en claro que han llegado a ese punto dentro del territorio en el cual no podrán avanzar más, o por lo menos, no sin antes declarar las intenciones que los llevan hasta aquel sitio.

Aunque una parte de él se siente agradecido de saber que por fin han llegado a su destino después de dos días de viaje, su lobo interno, no muestra ningún síntoma de agrado ante la clara amenaza que recibe su presencia. 

Dejando salir un pesado suspiro, Fenrir fija la mirada en Matt y este solo asiente. Colocando sus manos en alto, el rubio da un par de pasos antes de colocarse delante de Fenrir. 

—¿Qué traería al Alfa del norte y a su segundo al mando hasta aquí? — son las palabras de una centinela que sale de entre la espesa maleza del bosque—. Están muy lejos de su territorio.

—Hemos venido en paz— declara el rubio mientras todos sus sentidos se mantienen en alerta—. Estamos aquí para reunirnos con el alfa Figarland.

—Qué extraño, —responde mientras da un paso más cerca del rubio—. Nadie nos dijo nada sobre su llegada. Viniendo en paz, es un poco extraño que ni el Alfa o su círculo enviaran una misiva o un cortejo de bienvenida ¿no creen?

—¿Acaso, te atreves a sugerir que estoy mintiendo? — El tono bajo y amenazante de Fenrir, deja en claro que ni él ni su lobo se sienten cómodos ante la acusación que cae sobre ellos. 

—Solo digo lo que es obvio— responde la centinela mientras levanta su mano derecha. Los demás lobos dejan ver sus fauces en clara señal de amenaza—. Espero que entiendan que no es personal.

 Y cuando su mano baja, todo pasa en una fracción de segundo.

La violácea mirada de Fenrir se oscurece, sus garras se muestran y su esencia se extiende, dejando en claro con ello la superioridad de su linaje, lo cual hace que algunos lobos se inclinen o retrocedan en contra de su voluntad. Sus garras se extienden e inhabilitan a los lobos que alcanza a sobreponerse a su aura e irse sobre él, pero antes de que las cosas puedan empeorar o el lobo de Fenrir termine de mostrarse, una imponente presencia se hace presente en el bosque, una presencia que no solo detiene a los centinelas, sino que también doblega al lobo de Fenrir.

—Imposible…

 

༻BØKESKOGEN – BOSQUE DEL NORTE༺ 

—Insisto en que estás siendo paranoica sin razón alguna— son las despreocupadas palabras del hombre antes de dar una calada a su cigarrillo. El movimiento presuroso y brusco a su lado le deja claro que su compañera no se siente en gracias con sus escuetas palabras—. Oh, vamos, no hay razón para que te molestes— agrega mientras deja salir el humo de su calada—. Sabes que tengo razón. 

—No, no la tienes— es la única respuesta que ella le da.  

Saliendo totalmente de la cama, Ariadna camina por la habitación y la cruza para entrar en el baño. Dejando correr el agua, permite que esta caiga sobre su cuerpo y ayude a borrar el olor que la cubre. 

Si bien, es cierto que disfruta durante el sexo, odia que su cuerpo quede impregnado por el aroma de alguien que no sea su compañero. 

Con la muerte de Naya, fue solo cuestión de tiempo para que Fenrir terminase aceptando que su destino es el estar juntos, pero aún así, en los últimos 200 malditos años, ha tenido que vivir bajo la sombra del recuerdo de la asquerosa inwere, un recuerdo que no ha permitido que el lobo la toque o se relacione con ella más allá de lo necesario. De hecho, la última vez que este la tocó, fue la noche que llevado por rut, la tomó y la dejó en cinta, de lo cual ya hace diez años, pero, ni aun así, este la marcó.

Ariadna no es estúpida, ella mejor que nadie sabe que, la única razón por la cual Fenrir aceptó mantenerla cerca, fue para no dejar que su lobo cayera en la locura total tras el asesinato de la inwere. Tan solo pensar en ello, y en lo humillada que la hace sentir, Ariadna golpea su puño contra la pared de la ducha, acto que tiene como consecuencia que los azulejos y parte de la pared queden dañados ante la fuerza impuesta en el golpe, pero es algo que le importa más bien poco.

Si piensa en el asunto un poco más, en los últimos días, Fenrir ha estado más distante de lo que normalmente es, poniendo como excusa los temores nocturnos de Zeff para quedarse a dormir en la habitación de su hijo, aumentando la ya marcada distancia entre ellos. 

Sumado a eso, sus sueños han comenzado a ser atormentados por la imagen de Naya, lo cual tampoco ayuda a calmar sus preocupaciones, preocupaciones que comenzaron hace noventa años, cuando el alma de Naya escapó del encierro en que la tenía.

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༻ BOSQUES HÚMEDOS BOREALES ༺

Una vez que se encuentran frente a la puerta principal del castillo, Shanks se separa unos pasos de Fenrir y Matt para indicarles que le sigan. Pero antes de que alguno de ellos pueda dar un paso más, las puertas del castillo se abren dando paso al Alfa líder de la manada.

—¡Alfa Fenrir, bienvenido!— exclama el viejo hombre una vez que sale del castillo y se acerca hacia Fenrir y Matt, extendiendo su mano hacia ellos para poder estrecharla—. Es un gusto poder conocerlo finalmente en persona. Por favor, reciba mis más sentidas disculpas por el malentendido ocurrido con nuestros centinelas..

—El placer es todo mío, Alfa Figarland. Es un honor el poder conocer a un lobo descendiente de las castas originales— son las respetuosas palabras de Fenrir al saludar a su anfitrión.  

—Las “castas originales”, no es más que un título bonito con el cual llamar a aquellos que somos lo suficientemente viejos como para guardar las viejas leyendas y Memorias de nuestro pueblo. Así que, quitemos las formalidades; puede llamarme Ivar.

Al escuchar esas palabras, tanto Fenrir como su lobo se sienten honrados de recibir aquella confianza.

— Agradezco el honor, yo… — pero las palabras de Fenrir mueren en el momento en que, al igual que ocurriera en el bosque, el dulce y embriagante olor de rosales silvestres y mar sereno vuelven a llenar sus sentidos. 

Sin que pueda hacer algo para evitarlo, Fenrir siente cómo sus ojos se llenan de lágrimas ante la presencia de la fragancia, misma que lo regresa a su pasado y aprisiona su atormentado corazón.

El resonar de unos cascos y el fuerte relincho de un caballo a su espalda lo hace volverse. 

Al hacerlo, alcanza a ver cómo dos hombres se acercan para sujetar un hermoso ejemplar de pura sangre blanco. 

Cuando su jinete baja de la montura, este queda oculto tras el animal, y Fenrir solo puede ver la  parte baja de su cuerpo; luego, una risa femenina sale de detrás del animal y puede sentir cómo los latidos de su corazón se aceleran. Cuando el hombre que está sujetando al purasangre se lo lleva, lo primero que capta su mirada es la espalda de aquella persona; cuando esta mueve sus cabellos al sujetarlos en un moño, la brisa lleva una vez más hasta él el dulce aroma anterior.

Sin permiso alguno, su cuerpo hace el amago de moverse para ir hacia la dueña de aquella fragancia; amago que es detenido por Matt, quien sujeta su brazo con discreción. Al fijar la mirada en su viejo amigo, su lobo se deja notar en señal de desacuerdo por haber sido detenido.

—Allí estás, ¡Justo a tiempo! —son las alegres palabras de Ivar mientras adelanta sus pasos para recibir a la recién llegada—. Date prisa, sabes cuan grosero es hacer esperar a los invitados— agrega, elevando su tono de voz. 

Las palabras de Ivar hacen efecto y la chica se gira hacia donde se encuentra la presencia de Ivar.

En ese preciso momento, Fenrir puede sentir cómo su corazón termina de desbocarse y su alma abandona su cuerpo.

La recién llegada tiene una hermosa y larga cabellera roja, misma que a pesar de estar sujeta, cae en cascada sobre su hombro, su hermoso rostro muestra unos profundos ojos color ámbar, mismos que delatan su posición de Omega y que al posarse en él, destilan confianza y algo más. Una sonrisa encantadora no tarda en adornar sus labios, de color carmesí.

Fenrir siente como su garganta se cierra y el aire comienza a faltarle; la última vez que había visto esa hermosa mirada, y esa dulce sonrisa adornando ese rostros, fue hace 200 años, la mañana en la que no escuchó un “yo también te amo” como respuesta a su despedida, cuando esa hermosa mirada estaba bañada en tristeza, cuando sus ganas de vivir murieron con ella.

—Alfa Fenrir, Alfa Matt. Permítanme que les presente a mi hija menor, Winter.  

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