Jake no supo cuánto tiempo pasó, si fueron minutos, horas o siglos, pero el mundo se le hizo inusualmente claro mientras las palabras de aquella mujer seguían resonando en su cabeza.
«…el señor Lieberman no era el padre de la bebé… era su abuelo…»
«…el señor Lieberman no era el padre de la bebé… era su abuelo…»
«…el señor Lieberman no era el padre de la bebé… era su abuelo…»
—¡Jacob! —alguien intentaba llamarlo, pero era como si su cerebro fuera un disco rayado.
«…era su abuelo…»
«…era su abuelo…»
«…era su abuelo…»
—¡Jacob! —La bofetada, seca y pesada, lo hizo centrar la mirada en Connor, que lo veía con ojos asustados—. ¿Jake? ¿E