—¿Qué carajo acabas de decir?—
Una voz familiar resuena desde el pie de las escaleras, sobresaltándome. Me doy la vuelta, el corazón saltándome a la garganta, y encuentro a Caleb parado allí, los ojos muy abiertos por la sorpresa.
¡Oh, cielos arriba! ¿Cómo pude haberme olvidado de Caleb? Debe haber estado muy preocupado por mí. Me pregunto cómo me encontró aquí, de todos los lugares.
—¡Rey Nicolás!— añade Caleb, frunciendo el ceño con evidente confusión al ver a Nicolás parado a mi lado.
El pánico se apodera de mí, y sin pensarlo, me muevo rápidamente para pararme frente a Nicolás, protegi&e