Mira a todos lados y acerca su rostro para que tener una conversación más cerrada.
—¿Y como no voy a aceptarlo, Isabel? Ese tipo me puso contra la espada y la pared —me susurra.
—Por favor perdóname —coloco mis manos en su pecho y lo acaricio.
César suspira y une su frente con la mía.
—No es tu culpa hermosa, tranquila, solo me enoja que Alejandro fue así y la he pagado contigo, perdóname tú. —Sube una de sus manos a mi mejilla y me la acaricia con su pulgar, luego une nuestros labios y nos besamos.
Estoy consciente de que fue en público, pero no logro resistirme y en recepción no hay muchas personas, además es un sitio privado.
—César —me separo con pena.
—Vayamos a casa, estoy seguro de que tú jefe entenderá que necesitas convencerme —Me guiña el ojo y me toma la mano para salir de ahí.
Al salir, César le pide al valet su auto y en unos minutos se encuentra frente a nosotros, me hace subir en el auto de copiloto abriéndome la puerta como el caballero que es, luego sube y co