—¿Segura? —, el nudo de mi estómago se agranda.
No sé qué pensar o que decir, todo esto es... inesperado. Estamos hablando de un bebé o de un embrión, algo que es el tamaño de un guisante y que está creciendo en el vientre de mi mejor amiga.
Victoria se limpia las lágrimas y asiente con la cabeza, apoyo mis codos en las rodillas y agarro mi cabeza, sintiendo la desesperación recorrer por mis venas.
—¿Cuánto tienes de embarazo?
—Un mes y seis semanas—. Piensa—. Eso creo—. Me vuelve a decir, pero dudosa.
—Se lo tienes que decir a Andrés—. Ella se levanta a la defensiva— ¿Es de Andrés, Victoria?
Quiero creer que sí, pero ella no se ve segura. Evita mi mirada y mi pregunta. Solo está de pie mirando hacia la cocina, apretando sus manos en puños.
—Clar