No estás sola.
Desperté abrazada por un oso gigante, sus leves ronquidos me hacían cosquillas en el cuello y su fuerte agarre a mi vientre me saca una sonrisa boba, al final mi angelito era más compresivo que yo y no me había pedido nada, pero deberíamos hablar, tenía muchísimo que contarle y era lo justo.
Me removí solo un poquito y él volvió a apretar mi cuerpo, pero lo que más risa me dio fue la creciente erección que golpeaba mi espalda.
—James… James, me estás asfixiando.
—Mmm… Déjame seguir soñando contigo, no quiero despertar y que todo esto sea otro de mis sueños.
—Aww, tontito. Abre tus ojos, estoy aquí y no me iré.
—¿No eres un sueño?— me suelta un poquito, solo un poquito y logro voltearme para verlo fijamente a los ojos, se ve tan lindo recién despierto o será que lo extrañé tanto que verlo así me causa tanta ternura.
—Noup, soy yo. Vannah, la que viste y calza, o bueno la que viste solamente— mi niño bonito sonríe como bobo y me abraza nuevamente, besa mi coronilla y siento que me huele