* * * * * * * * Leo * * * * * * * * * *
—¿Dónde dejo su equipaje, señor? —me cuestiona el hombre que se encargaba de supervisar que mi casa, en esta isla, se encontrara en buen estado y lista para cualquier ocasión en la que yo deseara venir…
«Como esta…, como esta ocasión», preciso en mi mente.
—Puedes dejarlas aquí —le contesto—. Ya ve a descansar; es muy tarde —le preciso; y él asiente.
—¿No se le ofrece algo más que pudiera hacer antes de marcharme? —interroga con tono gentil; y yo niego de inmediato con mi cabeza.
—No, por el momento, no —respondo a su nueva pregunta—. Gracias —añado al sonreír a boca cerrada.
—Un placer, señor —dice él para después, retirarse.
Luego de haber salido de la casa de mis padres rumbo al aeropuerto para tomar el vuelo que me trajera a esta hermosa isla, recibí una llamada por parte de Max (quien me pidió que regresara a la empresa para poder conversar sobre un contrato nuevo que aquel desconocía). Ante la situación, yo decidí regresar para poder revis