“Alfa... Estoy aquí hoy para confesar mis crímenes de traición”.
La habitación que me rodeaba se volvió gélida y se hizo un silencio ensordecedor, ya que nadie se atrevía a respirar demasiado fuerte. Todos estaban demasiado sorprendidos por mis palabras.
Y, entre ellos, el que parecía más sorprend