Pero esa fue la gota que derramó el vaso para él.
"¡Vete! ¡Ahora!", me gritó. "Estás fuera de este caso. Vete a casa y enfría tu cabeza".
Quise refutar, gritarle, pero sentí que no era una exigencia ordinaria. Realmente había tenido la audacia de ordenarme como Alfa que me fuera. Podía sentir la o