Diana al verse agarrada en ese instante y no ver quién lo hacía comenzó a revolverse y a patear con todas sus fuerzas.
No podía más, sus nervios estaban desatados. Lo de sus hijos y ahora encontrarse a esa mujer frente a ella habían abierto la caja de Pandora.
Estaba fuera de sí.
El hombre gruñó al recibir el golpe, la levantó entre sus brazos y la apartó de Natalie.
—Serás fiera, me has pegado una patada en las espinillas —se quejó su esposo y se frotó la pierna.
—¿Alexander? —su marido la soltó y ella se dio la vuelta para encararlo—. ¡¿Qué hace esa mujer aquí?!
Cuando la señaló vio a Roger abrazando a Natalie mientras ella lloriqueaba y se quejaba de que la había golpeado.
—Señora Turner, parece que quien duerme en el mismo colchón se vuelve de la misma condición. Acaba de golpear a mi novia, ella solo vino a verme —se quejó Roger.
Diana miró a Roger, después a Natalie y por último a su esposo.
Su expresión debía decir muy claro lo horrorizada.
—Pero… Ella… Tal vez ahora no estaba