5.

— Sí, tengo mi propia empresa... Yo la dirijo porque soy una... ¿Empresaria?

Él alzó una ceja por un momento.

— ¿Es así? — Preguntó, mirándola asentir con desesperación solo por cambiar de tema y enfocarse en otra cosa. — ¡Entonces sabes perfectamente lo que estoy hablando! Lamento dudar de tí, por un momento había creído que solo me estabas siguiendo la corriente para decir que tenemos cosas en común, no sabes cómo me molesta que hagan eso.

Leonor sonrió de manera forzada.

— No te peocupes... — Contestó dentro de su intento por parecer lo más natural posible. — Pero sí, tengo muchos negocios que estoy pensando expandir al exterior.

A pesar de su verdadero origen empobrecido, Leonor no era completamente ignorante o ajena al mundo de los negocios, conoce escasamente cómo funciona gracias a pláticas y reuniones que había presenciado cerca de algunos de los jefes que había tenido, es cierto que no había tenido acceso a una educación de primera o a recursos lujosos, pero su inteligencia callejera la convirtió en una observadora astuta.

— Oh, ¿Quieres volverla transnacional?

Aunque tal vez no tanto.

Por un momento Leonor se quedó en blanco.

— No, solo quiero expandir hacia el exterior.

Escuchar la risotada de Evan después de eso la hizo ponerse nerviosa, sintiéndose expuesta también.

— El alcohol probablemente ya te ha afectado. — Evan, para suerte de ella, no parecía indignado, sino divertido. — Obviamente sabes que es lo mismo.

Leonor en ese momento deseó que la tierra se abriera para que la tragara viva.

— Por supuesto que lo sabía, es decir- No es como si apenas me estuviera dando cuenta. — Explicó nerviosamente. — Hace calor, tengo algo de calor ¿No te parece? Deberíamos tomar otro trago.

Otro silencio se formó entre ambos poco después, no era incómodo, no se dio cuenta que estaba meciéndose al ritmo de la música de fondo, abrazándose a sí misma. De la nada, él se inclinó sutilmente hacia ella, tomando la copa vacía entre aquellas manos y entregándoselas a un mesero que cruzó en el momento preciso.

— ¿Qué estás haciendo ahora? — Pregunta Leonor cuando él la toma de la cintura.

— Parecía que tenías ganas de bailar, así que estoy bailando contigo. — Contesta sin dudar, haciéndola girar al tomarla de la mano.

Leonor se rió. — Ni siquiera estás siguiendo el ritmo de la música.

— Es porque no sé bailar. Solo hago lo mismo que los demás están haciendo.

— Eres un tonto. — Responde entre risas Leonor. — Yo guiaré el baile, ¿Bien?

Leonor sentía que no podía evitar hablar demás, tampoco ocultar la boba sonrisa que se hacía en su rostro con cada comentario que él hacía, era la primera vez que sus conversaciones fluían tan bien con una persona, casi como si así hubiera estado destinado a ser.

Y aunque en ese momento no lo sabía, aquel pequeño momento terminaría cobrando un especial significado en su vida y se convertiría en algo mucho más grande en el futuro

*     *     *

El cuerpo tembloroso de Leonor cayó sentado al borde de la cama tras dar un traspié que la hizo perder el equilibrio, Evan, quien minutos atrás la había empujado, miró a través de la profundidad de aquellos ojos tímidos pero que reflejaban su deseo hacia él, al fin y al cabo no importaba qué tanto se resistieran a sus deseos más primitivos, ambos seguían siendo seres humanos con deseos y necesidades.

— ¿Te digo algo? Nunca me he complacido mucho en esto. Creo que el sexo se trata de jerarquías: Hay alguien que manda y alguien que obedece. — Él sujetó su mentón para hacerla mirarlo directamente a los ojos. — Y yo estoy acostumbrado a ser quien da las órdenes, no quien las recibe.

El ligero y grave susurro de Evan se sintió como una caricia sobre su boca, Leonor lo miró, lo miró de cerca hasta que sus respiraciones se mezclaron entre sí, las bocas se encuentran y se pierden en el sabor de la otra, mordiéndose con los labios, apenas rozando con la lengua.

El cuerpo de Leonor vibró bajo su toque cuando las manos de Evan buscaron hundirse en su piel mientras se besaban como si hubiesen olvidado que necesitaban del oxígeno para vivir.

Él se aferró a su cintura, como si de un momento a otro tuviera una chispa de racionalidad rompió el beso y apoyó ambas frentes contra la otra.

— ¿Qué edad tienes? — Preguntó en un susurro cuidadoso.

— Tengo... — Contesta Leonor a duras penas.

— Ya veo...

Leonor sentía la presión de Evan contra sí, cuando se dio cuenta de que había perdido de vista su mano sintió cuando empieza a trazar un recorrido delicado por su cuerpo y pronto se le escapaban pequeños suspiros llenos de ansiedad culposa.

Evan no paraba de mirarla como si estuviera esperando algo de ella, volviendo a conectar sus bocas impacientemente.

Leonor jadea al sentir las escurridizas manos de él recorriendo su dorso. Aquel par de manos frías que la hacen estremecer con el más mínimo roce, pero a Evan parece enternecerle la situación y solo afianza más su toque en ella.

— ¿Están frías...? — Repite. — Es porque acabo de salir de la ducha, ¿Te molesta?

Y era que Evan no podía explicar la extraña sensación de querer poseerla, someter cada pequeño músculo y fibra de su cuerpo. Ella era sexy, jodidamente sexy. Desbordaba dulzura hasta por los poros, pero el tipo de dulzura e inocencia por la que cualquiera pagaría por hacer añicos.

— Estás muy tensa ¿Acaso me tienes miedo? — El dedo de Evan se deslizó por la espina dorsal de Leonor, quien reaccionó con sobresalto — Relájate...

— Leonor...

— ¿Perdón?

Ella desvió la mirada, apenada, cubriendo su feroz sonrojo con la muñeca — Mi nombre es Leonor...

— Leonor... Nora — Repitió sobre su oído, causando que la cálida respiración de Evan encendiera más el color en las mejillas de ella — Es un nombre realmente lindo.

Y su cerebro se desconectó justo ahí.

*     *     *

Nora abre los ojos de golpe.

«Que diablos...» Lo primero que hace al despertar y sentarse es sentir una terrible punzada que la regresó a la cama, su misma cabeza estaba dando demasiadas vueltas, no sabe en dónde está.

Y el hecho de no reconocer las lujosas cortinas y la mucho más lujosa habitación le dio la certeza de que lo que había pasado la noche anterior definitivamente no se trató de un sueño ni una alucinación.

— ¿Eh? — Cuando Leonor se gira hacia los lados se encuentra en la comodidad de una cama enorme y lujosa, pero completamente vacía. No había ni rastro por ningún lado de la persona con la que había compartido cama la noche anterior.

«Ni siquiera me dijo su nombre...» Se lamentó en ese momento.

Sin embargo, cuando echa la mirada hacia la lámpara, ve en la mesia de noche un pequeño sobre con una nota.

''Perdón por hacerte perder el tiempo, te dejé dinero para el taxi y por si necesitas algo, tu vestido está en la tintorería, también te dejé un cambio de ropa. Asumí que no llevabas encima algo cómodo.''

Y eso era todo lo que decía.

Nora arrugó la nota entre sus dedos.

«Este bastardo es realmente...» Gruñe para sus adentros.

Igual necesitaba el dinero para el taxi.

(...)

Al momento de llegar al destartalado departamento en el que vive trata de hacer el menor ruido posible, misión que parece imposible gracias al rechinar de la puerta y sus pasos haciendo sonar la madera del suelo, Nora cierra con el mayor cuidado posible, llevando a rastras el vestido que pasó a recoger de la tintorería, quería llevarlo primero a su habitación, sin que su madre se diera cuenta o estaría en graves problemas.

Por supuesto, su madre tiene sentidos arácnidos para detectarla.

— Llegas tarde, Nora. ¿Dónde estabas? — Cuestionó su madre, aferrada a un tanque de oxígeno que necesita para seguir viviendo. — Te estuve llamando, pero incluso tenías el celular apagado.

«Maldición, mi teléfono.» Nora quiso pegarse cien veces contra la pared justo en la cabeza, recién estaba recordando que había extraviado el teléfono.

No tenía una relación particularmente buena con su madre, Nora gastaba la mayor parte de sus ahorros en medicina y cuidados para su enfermedad, mismo esfuerzo que esa mujer despreciaba completamente, lo cual volvía la relación entre ambas mucho más tensa de lo que debería ser.

— Madre, sabes que no puedo trabajar con el teléfono en las manos. Al entrar me lo decomisaron y olvidé ir por él de regreso porque tenía demasiado trabajo. — Si bien no era una mentira, por supuesto que no estaba dispuesta a contar la verdad absoluta. — H-había mucho que hacer, era una fiesta muy extravagante, luego tuvimos que limpiar todo y ya era muy tarde así que decidí esperar que amaneciera porque ya los buses no pasan a esa hora.

Se sintió intimidada por la mirada de su madre, si bien era una persona que llevaba a cuestas una enfermedad terrible y degenerativa, su madre estaba lejos de ser el estereotipo de ''Mujer convaleciente y amable''

Estaba más cerca de ser el tipo de persona que se aprovechaba de los demás solo por estar enferma.

— Hueles a Shampoo y jabón caro, además esas no son las ropas viejas que siempre sueles usar... ¿Acaso creías que no vi que cargas una bolsa oculta tras la espalda?  — Su madre incluso tomó un mechón de su cabello para olerlo. — ¿Con quién te estás acostando mientras tu madre se muere aquí sola, Leonor?

— M-madre... No es lo que crees. La verdad es que-

— ¿Crees que tienes derecho de ir por ahí y tener una buena vida mientras yo me pudro aquí con esta m*****a enfermedad? — Sus palabras son como cuchillos que la atraviesan, cortando a la perfección cada capa de piel. — Si sabes que estoy enferma por tu culpa ¿No? Por haberte dado a luz mi salud empeoró, lo mínimo que podrías hacer es abandonar tus sueños y esperanzas así como yo tuve que abandonar las mías.

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