3.

Leonor corre a través del gran salón de baile, sirviendo champán y entremeses a los invitados bien vestidos que asisten a la gala benéfica del Hospital infantil. Como mesra en el evento, Nora tiene que Zigzaguear entre los millonarios que se mezclan con facilidad entre los de su misma clase social.

Pero su mente está en blanco, sigue siendo incapaz de concentrarse en algo más que el recuerdo de aquel misterioso hombre que la cautivó, aunque no sabía ni siquiera su nombre, podía estar segura de una cosa: Estaba completamente fuera de su liga.

Entonces, cuando trata de convencerse a sí misma de desechar su terrible sentimiento, lo ve a él una vez más: El hombre más atractivo y misterioso que alguna vez haya visto, se detiene en seco, momentáneamente hipnotizada.

Mientras él se abre paso entre la multitud, la esperanza de Nora aumenta: Tal vez necesite una bebida, un aperitivo. Ella tendría la oportunidad de hablar con él, y él quedará encantado con su ingenio y amabilidad. Nora se arregla un poco el traje de mesera, el cual era lo suficientemente elegante, respira hondo, preparándose mentalmente.

Pero cuando él pasa junto a las mesas que atiende ella, ni siquiera mira en su dirección. El corazón de Nora se hunde cuando se da cuenta de que él simplemente se está uniendo a un grupo de amigos que ríen y ya están en medio de una conversación.

— Entiendo que te guste, pero será mejor que dejes de andar con la cabeza en las nubes, mientras más alto sueñes más te dolerá la caída. — Le aconsejó otra de las meseras, tras darle un codazo. — Y por favor, límpiate las babas.

Nora decide ignorar los comentarios impertinentes, solo observa desde lejos cómo Evan disfruta de una velada en compañía de su círculo social, ajeno a la camarera enamorada al otro lado de la sala. Con un suspiro, Nora vuelve a servir diligentemente a los invitados, tratando de convencerse de que el aleteo que sentía era completamente una fantasía pasajera. Pero su mirada continúa volviendo a Evan, aunque sabe que él nunca la mirará a los ojos siquiera.

— Alguien vomitó en el baño, ve y límpialo.

Leonor sintió escalofríos.

Sin embargo, Leonor jamás creyó que, el hecho de que la hayan enviado a limpiar el baño, cambiaría su vida para siempre.

Y todo empezó con la persona que sujetó su hombro tras de ella:

— ¿Leonor? ¿Realmente eres tú?

(...)

Evan no estaba acostumbrado.

Anque ocupa un cargo importante lleno de riqueza y estatus, a Evan no le gusta tener que alardear de su dinero para impresionar a los otros asistentes de élite, su sentido del deber fue mucho más grande que su necesidad de asistir, esa es la única razón por la que está allí.

Había llegado en un traje negro formal de los que su asistente preparó, pero su incomodidad es evidente. Se mueve rígidamente por el salón de baile dorado aunque sus movimientos y gracia natural sugieren lo contrario, sonriendo cortésmente pero al mismo tiempo sintiéndose fuera de lugar.

— ¿Podrías dejar de verte como si estuvieras caminando descalzo sobre cuchillos? — Uno de sus amigos más cercanos, Collins, lo primero que hace es regañarlo cuando lo ve acercándose de manera tan incómoda.

— Sabes bien que no quería venir, no considero que debamos presumir de las obras de caridad que hacemos solo para quedar bien con los demás. — Evan mira hacia sus alrededores, el territorio dentro del salón de baile es más parecido a un evento político donde se mueven grandes influencias y se establecen relaciones bajo el concepto equivocado.

— Todos los años haces grandes contribuciones de manera anónima, yo también me sorprendí cuando me enteré que este año ibas a venir. — Collei agradece la copa de licor que una mesera le ofreció. — ¿No es eso curioso?

Evan asiente, toma también una copa, pero no la bebe de inmediato. — Estoy seguro que tiene algo que ver con María, últimamente solo se dedica a hacerme la vida imposible.

— Ah, es cierto. Siempre olvido que tienes una esposa completamente insufrible. — Collins rodó los ojos de una muy mala manera. — Algún defecto debías tener, no todo puede ser perfección siempre.

Para evitar conflictos y posibles discusiones acerca de lo mismo, Evan prefirió cambiar de tema en ese momento.

— ¿Dónde está Gabriel? — Preguntó. — Creí que vendría también a esta fiesta, pero no he visto a sus fanáticas amontonadas en ningún lado.

— ¿Estás seguro de eso? Ya sabes que él no hace nada en vano. — Collins apuntó con el dedo pulgar hacia atrás. — Observa bien detrás del último pilar junto a las escaleras.

— Vaya, él si que no pierde tiempo. — Opinó Evan, viendo a su tercer integrante del equipo, Gabriel, prácticamente devorando los labios de una mujer en la parte oculta del salón. — Creí que dejaría de hacer eso de que el esposo de una de sus admiradoras le dio una paliza.

Collins suspiró.

— Ya sabes cómo es. — Repuso tras un largo suspiro. — ¿Y qué hay sobre tí? ¿No piensas salir y conocer a alguien interesante? Ya estás aquí, la noche es joven y luces bastante apuesto, creo que podrías tener una oportunidad de oro con alguna damisela si te lo propones, sabes que tienes varias admiradoras por ahí.

— ¿Estás delirando acaso? — Evan se niega rotundamente ante la mera idea. — María me odia lo suficiente como para querer poner veneno en mi café de las mañanas, pero no soy igual que ella ¿Cómo podría buscarme una amante? No soy tan descarado.

No se estaba negando particularmente por algún tipo de sentimiento relacionado con la fidelidad matrimonial o la castidad, era algo mucho peor que eso.

— María deja de ser un grano en el culo cuando te enfrentas a su familia. — Añade, bebiendo un sorbo largo y pausado de su copa. — Y eso no quiere decir que deje de joder, sino que aparece otro dolor en el trasero tan grande que es capaz de hacerte olvidar que el otro existe por un momento.

La familia de su esposa y él mismo no tenían una buena relación precisamente.

Ellos dejaron de tratarlo como un integrante más el mismo día en que dejó de ser una chequera ambulante para ellos.

— Solo están esperando que cometa un error, un solo fallo y me joderán hasta la muerte.

Todavía no es completamente consciente de cuánto poder tienen sobre él en ese momento, ya que fueron sus padres quienes hicieron el acuerdo matrimonial y, aunque había puesto su empeño en encontrar el contrato, estaba en la casa de su esposa a manos de su familia por alguna razón muy conveniente que todavía desconoce.

Tenía cierto temor de que tuviesen la autoridad suficiente como para poner a María a cargo de su compañía como un tipo de ''Compensación'' si cometía un error o pedía el divorcio.

«No me confío de mis padres tampoco» Evan suspira pesadamente, en cuestión de segundos ya se había terminado la segunda copa y estaba listo para una tercera.

— Tampoco creo que sería capaz de acostarme con alguien que acabo de conocer. Aunque estábamos casados, me costó mucho tiempo cumplir con mis deberes maritales nocturnos.

Y solo lo hizo por el sentido del deber: Tener un heredero lo más pronto posible.

— Eres un aguafiestas total. — Collins suspira, inflando las mejillas en un auténtico puchero. — María no está aquí, tampoco se tiene por qué enterar, ¿Realmente crees que la gente viene aquí solo por caridad? Es obvio para todos que están buscando algo más... Interesante. ¿No te da curiosidad?

«No realmente...»

Pero, al escuchar la firme convicción de Collins, Evan  –Nuevamente- echó una mirada alrededor, el aburrimiento se marcaba en su expresión facial, nadie parecía coincidir con su tipo de gustos de cualquier manera.

— Ese es tu problema, eres demasiado exigente ¿Qué pasaría si el amor de tu vida huye espantada porque la has corrido con esa mirada de halcón que echas a todo el que trata de acercarse a ti?

— No seas necio, por supuesto que yo no hago eso-

En ese momento levantó la mirada y el mundo pareció detenerse en el instante en que ambos se conectaron.

Sus ojos se posaron en una joven -probablemente aún rondaba en sus veintitantos- con una mirada inteligente y expresiva, las facciones bien pronunciadas a pesar de estar ocultas bajo una cara poco relajada, el andar airoso y un poco rústico, notaba que ella no paraba de mirarlo con un brillo tímido reluciendo, Al punto en que Evan terminó relamiéndose el vino que tintó sus labios de un sutil color rojizo.

El cabello castaño ondulado demasiado rebelde como para ser domado por fijador para cabello terminó de atraer su atención. Sus miradas se encontraron desde el otro lado de la habitación. Leonor se detuvo en seco, paralizada. En ese momento empezó a preguntarse cosas que jamás le habían importado: Desde el estado de su vestido hasta el maquillaje sutil que resaltaba sus facciones, solo sirvió para ponerse mucho más nerviosa.

Pero los ojos color avellana del extraño eran cálidos y amables, y ella sintió que una chispa pasaba entre ellos.

Dudó por un momento, un ligero rubor coloreando sus mejillas. Pero él luego apartó la mirada. El corazón de Leonor se aceleró. Con los ojos siguiéndolo a través del salón de baile, admiró sus movimientos suaves y su gracia sin pretensiones.

Cuando él volvió a mirar en su dirección, Le dedicó una sonrisa alentadora. Leonor no pudo contener el sentimiento y desvió la mirada de nuevo.

Nora tragó en seco, por primera vez en su vida sintió la manera en que le temblaron las piernas.

Y Evan parecía particularmente concentrado en ella.

— ¿Evan? ¿Qué te pasa? Te has callado de repente...  Espera- No me digas... — Collins, quien es bastante hábil para leer el ambiente, notó rápido las miradas coquetas que su amigo estaba intercambiando con la mujer misteriosa. — No me digas... ¿Ese es tu tipo de preferencias?

Evan se sobresaltó por completo.

«¿La estuve mirando por tanto tiempo...?»

— No seas ridículo, ¿A quién se le ocurre? Es absurdo. — Se defendió agresivamente, volviendo a enterrar la cara en la copa de vino. — Solo creí que su rostro es familiar, nada más.

— Oh, que bueno... Entonces no te importa si yome acerco, ¿Verdad? — Pregunta Collins. — Creo que es muy linda.

Evan le lanzó a Collins una mirada de advertencia, deciéndole en silencio a su amigo que no dijera tonterías.

— S-solo estaba bromeando. — Responde Collins con cierto temor. — ¿Por qué no te acercas tú entonces?

Evan no respondió, pero la curisodiad quedó allí.

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