4.

La incomodidad de Leonor es evidente.

Estaba de pie junto a las escaleras, observando a los asistentes a la fiesta. Buscando con la mirada, de un momento a otro él se le había desaparecido de la vista y no puede evitar sentirse ansiosa, su corazón late con fuerza dentro de su pecho, tiene la sensación de que está a punto de dejarlo escapar por la boca.

Y se sintió triste.

«Me estoy haciendo ideas extrañas... Tal vez esas miradas ni siquiera significaron algo»

Miró su reflejo en el espejo de pared, sin poder creer lo que estaba observando, en cuestión de segundos había pasado de ser una mesera cansada a una integrante de la fiesta gracias a la lástima de una persona.

Observa su vestido, el miedo de estropearlo o mancharlo con vino permanece latente, no podría pagar ni en un millón de años la tintorería, mucho menos uno nuevo.

Y quiere arrepentirse por un momento e ir a buscar a la persona a lo que le entregó su uniforme de mesera antes de meterse en problemas serios.

Pero al mismo tiempo quiere saber qué podría pasar, todavía cree que merece tener algo bueno, aunque sea una sola vez en la vida.

De repente, mientras estaba autocompadeciéndose, un hombre borracho tropezó hacia ella, balanceándose sobre sus pies.

— Bueno, hola guapa. — dijo arrastrando las palabras, mirándola de arriba abajo. Nora retrocedió nerviosamente. Él se inclinó más cerca, el olor a alcohol en su aliento. — ¿Qué hace una chica linda como tú parada aquí sola? — dijo coquetamente. — Seguramente tú también has venido aquí por diversión, ¿No es así? Te ves demasiado joven como para venir solo por amor a la sociedad.

Leonor cerró su mano en un puño con fuerza, incómoda con el extraño que invade su espacio personal.

«No puedo pegarle, no puedo pegarle...» Se repitió mentalmente una y otra vez, a pesar de su glamurosa apariencia sabe que solo es una fachada, no puede hacer enojar a los asistentes a la fiesta que son tan poderosos como para hacerla desaparecer con el chasquear de sus dedos.

Solo puede morderse el labio con ira, le resulta increíble que hayan personas capaces de embriagarse en lo que se supone es un evento de caridad.

— Si necesita algo puede decirle a algún mesero. — Responde en voz baja, esperando que él la deje en paz.

Pero el hombre solo sonrió con picardía y se acercó más. — Aww, no seas tímido. — Ronroneó, colocando una mano en su brazo para aferrarse a ella. — Creo que eres muy linda, ¿Por qué no vienes a jugar conmigo? No tendrías que preocuparte por nada.

Leonor se erizó de una mala manera ante el toque no deseado. — Por favor, me gustaría que me dejara sola. — Dijo con firmeza, alejándose de él.

El hombre frunció el ceño, pero, de repente, volvió a sonreír. — Ya veo, eres de las que les gusta hacerse de rogar para mejorar su ego, ¿No es así? Al principio siempre es de esa manera, pero luego cambian cuando ven que tengo incluso más dinero del que tus papis podrían darte.

«Mis papás...» Leonor se rió ante tan mal comentario.

Esa fue la oración más ofensiva que alguien pudo haberle dicho jamás.

— No necesito su dinero. — En ese momento Leonor dejó de lado su obvia inferioridad y le hizo frente al molesto tipo. — No puede tratarme como le da la gana solo por una posición social más alta, ¿Acaso cree que valgo tan poco para irme con el primer bastardo urgido que se me atraviesa?

Probablemente la peor parte fue su mala elección de palabras.

— ¡¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera?! ¡¿Acaso no sabes quién soy yo?!

Leonor recuerda en ese preciso momento que las jerarquías y las clases sociales seguían existiendo, al igual que la pirámide alimenticia en el reino salvaje, donde los depredadores siempre estarían por encima de las presas.

Y ella era un mero conejo tratando de saltar en medio de una jauría de lobos hambrientos.

Se temió lo peor, tragó saliva con terror cuando de repente las miradas estaban concentradas en ella y el hombre que la sujetaba del brazo con rudeza, exigiendo una disculpa de rodillas.

«Genial, mi primera vez intentando mezclarme entre la élite y esto pasa...» Miró a los lados con desesperación, por supuesto que no había nadie que le echara una mano.

O al menos eso creía.

— Yo también quisiera saber quién eres y por qué estás siendo tan grosero en un evento tan importante.

El corazón de Leonor se aceleró y empezó a latir desbocado al escuchar esa voz masculina tras de sí.

Y, cuando se da la vuelta, mira al caballero misterioso que había estado buscando con la mirada durante toda la noche.

El mundo pareció detenerse en ese preciso momento, Nora pasó saliva cuando ambos se miraron, esta vez de cerca y no a través de un mar lleno de gente.

— Creo que ella dijo que la dejaras en paz. — La defendió.

Sin embargo, el hombre se volvió hacia Evan. — Métete en tus propios asuntos o haré que te arrepientas.— espetó.

—Y tú cuidarás de los tuyos —dijo Evan. — Discúlpate de inmediato por ser tan descarado y acosar a alguien en un evento benéfico y retírate, o haré que te borren del mapa a ti y al negocio del que tanto te aprovechas.

El hombre frunció el ceño con el susto, aparentemente la borrachera se le bajó de la cabeza a los pies al darse cuenta de quién era él, no estaba nada contento, pero se alejó tambaleándose y murmurando todo tipo de maldiciones.

Solo ahí Leonor se llevó la mano al pecho y pudo respirar de alivio.

— ¿Estás bien? — Prgeuntó su salvador de la noche. — Ese hombre siempre hace un desastre porque se cree importante, no le prestes mucha atención y deja que los meseros se encarguen de llevarlo con los de seguridad, no permitas que te impida disfrutar de la noche.

Leonor se paralizó, ella misma era una mesera, tal vez su responsabilidad hubiera sido llevarlo con seguridad.

— S-sí, gracias... — Fue lo que contestó.

Incómodo fue el espacio silencioso que se hizo entre ambos después de eso.

Ella de repente parecía haber perdido toda su confianza y capacidad para hablar, él tampoco mostró mucho interés. La música continuó y el tiempo siguió avanzando sin que ninguno de los dos diera el primer paso. Ella se siente incómoda por no poder abrir la boca ahora que estaban tan cerca, no podía arriesgarse a perderlo cuando la oportunidad estaba entre sus menos.

¿Pero estaba realmente mal hacer lo que quería al menos una vez en su miserable vida?

— ¿Vienes por aquí a menudo? — Preguntó en un intento por romper el hielo. Pero Evan solo la miró de reojo. — Esta es la primera vez que asisto a un evento como este, es bastante inusual.

— ¿Es tu primera vez también? — Aquello atrajo cierta atención de ella.

— ¿Tú tampoco habías venido antes?— Indaga Leonor,

Evan rió en seco.

— Por supuesto que no, soy una persona demasiado ocupada ¿Crees que alguien así tendría tiempo para venir a jugar a este tipo de fiestas siempre que quiera?

La mirada feroz de Evan le atravesó hasta el alma, por un momento no supo qué contestar.

— Oh, s-sí. Tienes razón. El trabajo es prioridad y consume demasiado tiempo y energías.

Y aunque no quería hacerlo de ea manera la mirada brillante de Evan frente a sí le obligó a continuar con aquella conversación por varios minutos más, compartiendo una copa tras otra.

Pronto descubriría que tienen mucho más en común de lo que aparentan.

— ¿Tú también lo comprendes? — Preguntó él, entusiasmado en cierta forma — Siempre me dicen que soy una bastardo engreído y que estoy loco por trabajar sin descanso, como si ellos fueran a pagar mis deudas ¿Por qué no se meten mejor en sus propias vidas en lugar de molestar la mía?

— ¡Esas personas son tontas! — Exclamó Leonor dentro de su euforia. — Son un montón de idiotas que no entienden el sacrificio que a veces uno debe hacer.

Volvieron a brindar solamente por lo que dijo.

— ¿Y no te molesta cuando le asignas a tus subordinados una tarea en específica y la hacen como la m****a? ¡O cuando tus socios se juntan para hacerte la vida de cuadritos! — Evan volvió a mirar a su acompañante, frunciendo el entrecejo — ¡Es indignante!

— Oh... Sí, es tan molesto — Dijo no muy convencida de sus palabras. Mientras escondía su cara en la copa que bebió se mostró tensa por un momento, haciéndole creer a Evan por un momento que las copas le habían afectado demás. — Muy molesto.

No hablaban de nada particularmente interesante, Evan miró y notó la incomodidad en ella, no quería hacerla sentirse ignorada, por esa razón quiso cambiar de tema y dejar de hablar sobre sí mismo.

— ¿Y a qué te dedicas?

Esa pregunta la hizo sentirse aterrada. No estaba preparada para dar la respuesta, no creyó que nadie se lo preguntaría, se había distraído tanto en la conversación amena que no pensó en qué pasaría si decía la verdad, pero al mismo tiempo piensa en que si él preguntaba quería decir que estaba interesado aunque sea un poco en ella.

No sabe qué camino elegir al responder,  no supo qué decirle después de que él la defendiera del hombre grosero.  La verdad era que era una pobre mesera que trabajaba en la fiesta, no una invitada.

¿Pero realmente estaría bien decirle eso?

Una parte de sí quería ser honesta, pero temía que él perdiera interés una vez que supiera que no podía permitirse asistir a la gala.

La mente de Nora se llenó de pensamientos enfrentados mientras la pregunta flotaba en el aire. En un hombro se sentaba un ángel, instándola a decir la verdad y permanecer honrado. Pero en el otro hombro se posaba un demonio, tentándola con una visión de la sonrisa de Evan y un toque gentil si tan solo pretendiera ser su igual.

El ángel suplicó, advirtiendo de la culpa y la confusión que vendrían del engaño. Pero el diablo susurró de los ojos deslumbrantes y la risa musical de Evan, tesoros que podrían ser suyos, si tan solo caminara por el camino de la mentira.

La lucha creció dentro de su alma, tirando en dos direcciones a la vez. Luego, con un acorde estruendoso de finalidad, tomó su fatídica elección:

 Le daría la espalda a la verdad, rechazaría la honestidad y seguiría el camino de la simulación.

Así que con una sonrisa que mentía Nora descendió a la jaula dorada del engaño. Las advertencias del ángel se desvanecieron cuando la sonrisa de Evan brilló cada vez más, atrayéndola más profundamente en el laberinto de mentiras que había tejido con sus propias manos temblorosas.

Leonor supo en ese momento, con Evan sonriéndole tan amablemente, que seguiría con la farsa. Ella tejería esta red de mentiras aunque solo fuera por una oportunidad de tener su compañía, aunque fuera brevemente.

— Negocios — Fue lo primero que salió de su boca al ver que pasaba el tiempo y seguía dudando sobre qué contestar. — Me dedico a hacer negocios.

La mentira estaba lanzada.

Y ya no hubo marcha atrás.

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