Sebastian
Alemania, Febrero de 2012
Cinco años antes
Enciendo el auto y conduzco a lo máximo que puedo a casa. Le he estado hablando a Serena para intentar calmarla, pero está muy asustada. Aprieto con fuerza el volante sintiéndome impotente. ¡Esto es una maldita pesadilla! Llego a casa, justo en el momento que una ambulancia se detiene en la entrada. Serena abre la puerta y corre a mis brazos hecha un mar de lágrimas. La cargo y suavizo su espalda con mis manos diciéndole que todo estará bien aunque no esté seguro de que sea verdad, es lo que necesita escuchar.
—Espérame en la sala, mi amor. Ya regreso. —Le doy un beso en el topo de la cabeza y corro hacia la salida de la casa viendo con horror el pequeño cuerpecito de mi bebé flotando en el agua.
—¡Savanah! ¡Oh, mi Dios! —Sin pensarlo dos veces, me lanzo a la piscina y la alcanzo sintiendo mi corazón haciéndose pedazos. ¡Es demasiado tarde! Ella… ella está muerta.
La saco de la piscina y los paramédicos intentan reanimarla, pero n