Capítulo 36

Keira

Sebastian camina los pasos que nos habían separado y se mete entre mis piernas, apoyando las manos a cada lado de la encimera, reteniéndome a voluntad. Mi respiración se corta al sentir su aliento sobre mis labios mientras me dejo consumir por aquellos iris color plomo.

—No, no quiero que termine, Keira. Quisiera que fueras mía para siempre —asegura con sus ojos clavados en mí, provocando que mi corazón se desboque de emoción. ¿Por qué me dice esas cosas? No es justo.

—Pero soy tuya ahora —murmuro con un quejido ronco, conteniendo mis emociones. Quiero saber qué impide que lo sea, qué lo tiene, pero él no va a decírmelo.

—Y soy un maldito afortunado por eso —musita antes de devorar mis labios con un beso ardiente—. Sabes a mi salsa boloñesa —pronuncia en la comisura de mi boca.

—Sí, y está muy buena —sonrío—. A ver, déjame terminar mis deliciosos espaguetis.

—¿Y después qué? —cuestiona queriendo saber si me iré o me quedaré.

—Después, tú decides —respondo con voz melosa y sensua
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