Capítulo XXXVII
Narra Adara…

Me quedo de piedra y mis piernas pierden fuerza logrando que me sujete al borde de la puerta. El olor a alcohol y aspecto desaliñado me advierte que es mejor no enfrentarlo, la mirada oscura y ese gesto que solo me grita que salga corriendo cuanto antes.

Amelia al percatarse de que se trata de su hijo sonríe, logrando que Eizan la fulmine con la mirada. Alice toma la mano de la mujer mientras que ambas salen de la habitación dejándome a solas con él “Ni siquiera judas se atrevió a tanto” murmuró por la bajito.

—Caperucita tú vales más de treinta monedas de plata para mí.—muerdo mi labio inferior sintiendo mis mejillas arder.

—¡A la mierd@!—me toma entre sus brazos ingresando a la habitación al mismo tiempo que cierra la puerta detrás de él.—Espero que Amelia olvide el número de la habitación.

Sus labios tomaron los míos recordándome la pasión que experimentaba junto a él, el fuego que corría por mis venas debido a cada una de sus caricias y sus besos. Era como encontr
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