Prólogo.

—¿Se puede saber qué te sucede para que no me prestes ni la más mínima atención Lexter? Tú sabes lo importante que son los visitantes que llegarán a Gales la próxima semana, por lo que no podemos darnos el lujo de que hayan distracciones. Por eso, dejé a tu cargo todo lo referente al recibimiento Real. Pero, el día de hoy, parece que no estás aquí y tú no eres así. —le dijo el Rey un poco molesto.

—Si hermano, es cierto lo que papá dice, tú no eres así de distraído. Dime en qué te puedo ayudar y lo haré, sabes que cuentas conmigo. —le dijo al Príncipe heredero, el Príncipe Seong-Jin, uno de sus hermanos.

—Gracias Seong-Jin por ponerte a mi disposición, créeme que tú has sido de mucha ayuda para mi en estos momentos. Perdónenme por estar tan distraído el día de hoy, no sé qué me pasa. Tal vez, tantos preparativos que aún tengo pendientes para la próxima semana, me tienen un tanto disperso. —les respondió Lexter a su padre y hermano.

—¿Qué te pasa hijo? Se nota que algo o alguien se ha adueñado de tu mente. ¿Qué está pasando? —le dijo su padre, sorprendiéndolo al escucharlo.

—¿Alguien? No… yo no… —comenzó a decir Lexter, pero el Rey lo interrumpió al decirle:

—No sabía como abordar el tema, pero tú me lo has facilitado todo. Hace unas horas, Seong-Jin y yo te vimos en el salón de las Dojagis, cuando estabas con… con la señorita Richmond.

—Padre, yo… yo no sé a que te refieres. —dijo Lexter sumamente nervioso.

—Claro que sabes de qué estoy hablando, Lexter. Sólo dime que lo que pasó entre ustedes, fue un impulso del momento, que tal vez quisiste darle a una Dojagi de palacio, la oportunidad de recibir su primer beso y ser querida sólo por un momento, dime que todo lo que le dijiste y las promesas que le hiciste, fueron producto de las emociones y del calor del momento, o que esto sólo es un capricho pasajero. —le dijo el Rey con tono serio.

—Quisiera poder decirte eso, de verdad me gustaría decirte que lo que vieron, fue motivado por el calor del momento, o por algo pasajero. Sin embargo, me temo que lo que siento por Alondra Richmond, no es ni pasajero ni temporal. —le dijo Lexter con voz firme.

—¿Eso quiere decir que te enamoraste de Alondra, hermano? —le preguntó el Príncipe Seong-Jin al Príncipe Lexter.

—Si hermano. Estoy profundamente enamorado de la Nannyshi de Kitty y ya no pienso ocultarlo más, porque lo que siento por ella es tan profundo, que se ha fusionado con mi propia existencia. —le respondió Lexter a su hermano.

—¿Acaso perdiste el juicio Lexter Salvatore? Tu trabajo es velar por el bienestar de las Dojagis de palacio, no involucrarte sentimentalmente con una de ellas. Ellas tienen prohibido desarrollar sentimientos románticos hacia cualquier hombre; y tú lo sabes, por lo que ahora no puedes venir a decirme que estás enamorado de una de ellas, la cual es para completar, la Nannyshi de tu hermana menor. —le respondió el Rey muy furioso.

—Pues, lamento profundamente si mis sentimientos no son de tu agrado padre, porque yo no deseo causarte ningún tipo de disgusto, pero, lo que yo siento por la señorita Richmond, es lo más verdadero que he tenido en mi vida; y aunque todo el mundo se ponga en contra, yo pretendo luchar por mi felicidad a su lado. Padre, mis intenciones con Alondra van más allá de tener un romance pasajero, porque lo que yo deseo no es convertirla en mi amante oficial o en mi esposa secundaria, yo lo que realmente deseo es tener una relación amorosa con ella de manera formal y oficial, que todo el mundo la reconozca como mi novia, como mi prometida y como la futura Reina de la nación. Repito, no quiero que Alondra sea ni mi amante oficial ni una esposa secundaria, yo lo que realmente deseo es convertirla en mi esposa principal; y no me importa lo que tenga que enfrentar para obtenerlo. —le respondió Lexter a su su padre.

—¿Acaso perdiste la cabeza? ¿Cómo se te ocurre que una Dojagi de palacio se convertirá en la futura Reina de la nación? Si el simple hecho de que quieras tener una relación formal con ella, ya es una locura, ¡Imaginate el que pretendas convertirla en tu esposa principal y en la próxima Reina! Además, ¿Tú crees que la Corona de Inglaterra te permitirá tener una relación con una mujer prohibida, cuando su amor salga a la luz? —replicó el Rey.

—Padre, si me permites hablar, yo no entiendo tu oposición a que Lexter y Alondra estén juntos, cuando tú nos has inculcado desde niños, que todos los seres humanos somos iguales, sin importar a qué clase social pertenezcamos. Tanto tú como mamá lo demostraron, cuando decidieron ir a Corea, adoptarme y posteriormente, legitimarme como Príncipe de la nación, cuando yo pertenecía a una cultura y a una clase social muy diferente a la que pertenece la Realeza Galés. Tú estuviste dispuesto a pasar por encima, de todos los que se opusieron a tal decisión, e hiciste valer tu autoridad como Soberano del país. Tú eres el que nos has enseñado, que la verdadera riqueza de una persona, se encuentra en su interior, en su buen corazón y en sus nobles sentimientos, no en el dinero, en los títulos Nobiliarios o en el poder que esta posea. Lexter, sólo está siguiendo tus enseñanzas y tu ejemplo, como el próximo padre de la nación que es —le dijo a su padre el Príncipe Seong-Jin, logrando que el Rey, quedara sin argumentos—. Además papá, el amor que ambos sienten el uno por el otro, se está haciendo cada vez más evidente y eso es algo, que nadie podrá evitar, ni el mismísimo Rey de Inglaterra.

—Mi hermano tiene razón, yo ya no quiero seguir ocultando lo que siento por Alondra. Su Majestad. Desde que supe que soy el heredero al trono Galés, yo sólo he querido ser un Rey tan benevolente, generoso y con tan buen corazón, como el de mi padre. Pero para serlo, yo necesito a mi lado a una Reina con los sentimientos más puros y hermosos del mundo, una Reina que sea capaz de demostrar que le importan las necesidades de sus súbditos, por encima de las propias, una Reina que se convierta en mi complemento, en mi ayudante, en mi consejera y en mi media mitad, así como mamá lo es para ti. Esto no es un capricho papá, no lo es, porque a partir de hoy, esto se ha convertido en el objetivo más importante para mi, pues como te dije hace unos minutos, yo por Alondra seré capaz de enfrentar todos los obstáculos que se vengan. —le respondió Lexter decidido.

—¡Wow! Ambos me han dejado sin argumentos; y me siento orgulloso de que ambos se hayan convertido tan buenos oradores. Sin embargo, tienes que tomar en cuenta Lexter, que cuando esta relación se haga pública, será un escándalo tan grande y de tales proporciones, que el mismo Rey de Inglaterra y el Gran parlamento Europeo, podrían pedir tu abdicación al trono y como consecuencia de esto, serias desterrado de Gales de manera indefinida, debido a las repercusiones que este hecho traerá a toda Europa. —le dijo el Rey sorprendido, al ver tanta seguridad en las palabras del Príncipe heredero.

—Pues, estoy dispuesto a asumir el riesgo; y si el Rey de Inglaterra decide destronarme y desterrarme del país, no me quedará más opción que aceptarlo y marcharme con la frente en alto, porque no pienso renunciar a este amor, que ha logrado que por primera vez en mucho tiempo, me sienta vivo y feliz. —le respondió Lexter convencido, pero antes de que el Rey pudiera responder, Alondra entró en la oficina Real y arrodillándose ante el Rey, inclinó su rostro lleno de lágrimas y dijo:

—Su Majestad, le pido perdón por haber irrumpido en esta reunión sin ser anunciada y sin haber pedido su previa autorización, también le suplico que me perdone porque sin poder evitarlo, escuché todo lo que el Príncipe Lexter le dijo sobre nuestra relación; y yo… yo no puedo permitir que él abdique por mi causa, aunque él crea que es lo correcto y necesario, eso nunca me lo perdonaría, por lo que si usted me lo ordena, yo estoy dispuesta a… a renunciar a mi relación con Su Alteza Real en este momento, porque por más que yo… lo ame como lo amo, jamás permitiría que él sufriera por mí y perdiera el favor de su pueblo que tanto lo ama, aunque esto implique que mi alma sea desgarrada por esta decisión; por ende, quedo a su completa disposición y aceptaré, cualquier castigo que usted me imponga, por haber violado la ley Krishna.

—¡Alondra! No hagas esto, por favor. No renuncies a este amor que no sólo es verdadero, sino que también es profundo. Te suplico que no nos hagas esto. —le susurró Lexter a Alondra con dolor.

—¡Perdóneme Alteza! Espero que entienda que hago esto, porque yo no podría vivir en paz, sabiendo que por mi culpa usted sufre. Lo siento mucho; y no sabe lo que me destroza el alma tomar esta decisión. Ojalá algún día pueda perdonarme, por el daño que le estoy causando, pero créame que es lo correcto. —le susurró Alondra sin mirarlo, mientras sus lágrimas no dejaban de brotar de sus ojos.

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