4. Asistente personal

༅➹⁂ Brook ⁀➷♞

El viernes por la noche recibí una videollamada de un agente de la DEA. Nathan le proporcionó mi información y, tras analizar el caso, llegamos a una conclusión preocupante: el túnel llega hasta México y puede tener múltiples usos.

Me informó que enviará a uno de sus mejores agentes para investigar. Me dio a entender que será una mujer, quien se hará pasar por mi asistente personal para moverse sin levantar sospechas.  

La idea de tener a alguien desconocido en casa no me agrada, pero es necesaria. Esto podría terminar muy mal, y si alguien en mi rancho está involucrado, es mejor saberlo. No necesito más problemas en mi vida, sobre todo tan delicados.  

—Hola, Brook, ¿se puede?  

Levanto la vista y me encuentro a Daryl, asomándose por la puerta.  

—Claro, pasa —me pongo de pie.  

Ella recorre la oficina con la mirada, deteniéndose en los papeles desordenados sobre el escritorio.  

—Esta oficina está hecha un desastre.  

—Lo sé, ya tengo todo bajo control —aprovecho el momento para darle la noticia—. Contraté a alguien para que me ayude. 

—¿De verdad? —frunce el ceño. 

—Sí, llegará en el transcurso de la semana.

—¿Llegará? ¿No vive aquí?

—Vive en la ciudad, pero se quedará por un tiempo mientras organizamos todo —exagero señalando mi desorden.

—Yo podría haber ayudado. 

—Gracias, Daryl, pero no es necesario. Bastante tienes con Bruno y tu trabajo. 

—De eso quería hablarte —se aclara la garganta. 

—¿Pasa algo con Bruno? —interrogo con preocupación. 

—No —niega con la cabeza—. Bruno está perfectamente y no tiene que ver con el trabajo, más bien con mi tiempo libre.

La miro sin entender.

—¿Entonces? —presiono.

—¿Recuerdas a Krent?

Escuchar ese nombre me toma por sorpresa. 

—Claro —afirmo—. ¿Es el tipo que nos hacía bullying en la escuela?

—Bueno, ya no queda nada de aquel Krent que mencionas —se ríe nerviosa—. Ahora es un hombre responsable, maneja el rancho de su padre y es bastante decente.

La miro con atención ya que hay algo extraño en su tono de voz y siento que le está costando continuar.

—Hemos estado hablando —toma aire—. Enviudó hace un tiempo y me pidió salir con él —mueve las manos inquieta. 

—¿Qué esperas que te responda, Daryl?

—No lo sé, ¿estás de acuerdo? 

—Bruno falleció hace años. Eres joven, y en algún momento debes rehacer tu vida. No soy quién para impedirlo o para imponerme en tus decisiones —respiro profundo—. Solo te pido que antes de tomar una decisión más seria, pienses en el bienestar del pequeño Bruno.  

—¡Por supuesto! —exclama—. Siempre pienso en mi hijo, y te aseguro que no lo pondré en riesgo por nada —Hace una pausa respirando profundo—. Nunca te lo he dicho, Brook, pero gracias a ti y a tu madre, logré sobrellevar el dolor de perder a Bruno. Si ahora estoy bien, es por ustedes. Nunca terminaré de agradecerles todo lo que han hecho por nosotros. 

—Eres mi mejor amiga, Daryl —le recuerdo—. Eso nunca va a cambiar y Bruno es mi sobrino, haría lo que fuera por verlo bien.  

Se acerca y me abraza.  

—Te mereces ser feliz —golpea levemente mi pecho, conmovida—. Date la oportunidad de enamorarte. 

—Ya lo hice —exhalo pesadamente—. No me fue bien.

—Te enamoraste de la mujer equivocada —suspira—. Siempre te dije que esa chica no me agradaba. 

Estuve comprometido con una hermosa mujer cuando me dedicaba profesionalmente al béisbol.  

Hasta que me lesioné. Mi hombro quedó dañado de forma permanente y mi carrera terminó. Invertí mis ahorros en el negocio de los caballos y a ella no le agradaba la vida de rancho. Era modelo y anhelaba seguir viajando. Así que rompí nuestro compromiso y de paso mi corazón. 

—Brook, ¿volviste a saber de ella?

—No.

—En el pueblo hay muchas mujeres que se morirían por salir contigo.

—No estoy interesado, Daryl —expreso con paciencia—. Lo sabes.  

—Tengo una conocida que babea cada vez que te ve.  

—Daryl —resoplo. 

—Está bien, dejémoslo así —sonríe—. Pero Bruno necesita tener primos antes de que se haga mayor.

—Por suerte tiene cuatro años, todavía tenemos tiempo —expreso con sarcasmo.  

—No te voy a ganar —gruñe—. Bueno, me voy, tengo que llamar a mi madre para ir a recoger a mi pequeño.

Se dirige hacia la puerta y se detiene antes de salir.  

—Brook, ¿cómo se llama tu nueva asistente? 

—¿Para qué quieres saberlo? —inquiero. 

—Curiosidad —se ríe—. Si es de la ciudad, tal vez la conozco.

—No lo creo. Quédate con la duda hasta que la veas en persona, además la contraté por medio de una agencia, no tengo todos sus datos, aún. 

—Ah, con razón no tienes idea de nada

—Prefiero que sea alguien confiable.

—Sí, tienes razón, ¿es una mujer mayor?

—Sí —confirmo sin tener certeza, pero imaginando que así será.  

—¿Se quedará aquí o en la casa con nosotras?

—Me parece que aquí —me encojo de hombros—. Será más cómodo para ella. 

—Le diré a una de las chicas de limpieza que prepare la otra habitación. 

—Daryl, no es necesario.

—Por supuesto que lo es, imagínate que la mujer mayor tenga que ponerse a limpiar el polvo de la habitación.  

—Está bien —respiro con resignación—. Tienes razón.

—Tu madre estará feliz de tener con quién conversar.

—Cierto —asiento. 

—Te veo después —termina de irse, dejándome solo con mis pensamientos y aprovecho para organizar un poco la oficina.  

Como hoy no tengo nada especial que hacer, me dedico a trabajar en el caballo de la hija del alcalde. No ha sido tan complicado como imaginé, aunque aún se descontrola si alguien más se acerca. Por eso, decidí dejarlo toda la semana para trabajar con él de cerca y asegurarme de que Reychell no tenga problemas al montarlo.  

—¿Qué pasará con lo del túnel? —pregunta Spencer, mientras ajusta una montura.  

—Nada —contesto con indiferencia—. No nos corresponde investigar, no está en mis tierras. 

Spencer asiente, aunque su expresión muestra que sigue dándole vueltas al asunto.  

Ha trabajado conmigo desde que compré el rancho. Es mi mano derecha, responsable y de confianza. Su familia vive en Massachusetts, pero no tiene buena relación con ellos. Es un alma rebelde y un mujeriego nato. Al menos, los fines de semana se va al bar del pueblo y sale con diferentes chicas. Hasta ahora, lo único formal que le conozco, es su intento por tener una relación con Soraya, aunque dudo que ella lo acepte si sigue en sus andanzas.  

El sonido de mi teléfono interrumpe mis pensamientos. Es un mensaje notificándome la llegada de mi asistente personal, Malka Brenner.  

Levanto la vista hacia Spencer, quien sigue entretenido con uno de los caballos.

—Puedes enviar a alguno de los chicos a esta cafetería en Laredo —le comparto la dirección.  

—Por supuesto, ¿cuál es el encargo?  

—Recoger a mi asistente personal. 

—No me dijiste que contratarías a alguien —me mira sorprendido. 

—Es solo para el papeleo de oficina —explico—. Sabes que no me agrada hacerme cargo de eso, y me pareció bien tener ayuda temporal.

—Buena idea —asiente—. Yo mismo iré a recogerla, ¿puedes describirla?  

—No tengo idea de nada, solo sé que es algo mayor.

—Bien. Espero no traerme a la madre de alguien por error —replica divertido—. ¿Cómo se llama?

—Malka Brenner. La contraté por medio de una agencia de empleos, por eso no sé todos los detalles —me justifico.

—No hay problema, me voy por la doñita de inmediato —se ríe, y yo muevo la cabeza con desaprobación.  

—Cuidado y Soraya se entere.

—No creo que le tenga celos a una mujer mayor —se encoge de hombros antes de marcharse.  

El día se me complica más de lo esperado. Vendrán a recoger varios caballos y nos traerán dos yeguas nuevas, así que no tengo tiempo que perder.

Más tarde, mientras reviso las caballerizas, Soraya se acerca.  

—Señor Prescott —saluda con respeto.  

—¿Todo en orden?

—Sí, señor, acabo de revisar la otra caballeriza y todo está en perfectas condiciones.

—¿Tienes experiencia con caballos, cierto?

—Sí. Aunque nunca había trabajado con ejemplares como estos. Son preciosos —hace una pequeña pausa—. Soy de Presidio, Texas. Mi padre tiene un rancho y se dedica a la venta de ganado, pero sentí que necesitaba algo más y salí a buscar nuevos horizontes.

—¿Desde cuándo conoces a Spencer?  

—Hace tiempo. Él trabajó en un rancho cercano al de mi padre y nos reencontramos por redes sociales hace poco —explica—. Me dijo que trabajaba aquí y le pregunté si necesitaban a alguien más.

—Me habló de ti y comentó que tenías experiencia, pero no imaginé que tanta. 

—Cualquier cosa que necesite, solo dígamelo.

—Gracias —asiento y continúo con mi trabajo.  

Ya por la tarde, regreso a casa para cenar con mi madre, Daryl y mi sobrino Bruno. Apenas abro la puerta, el pequeño corre hacia mis brazos.  

—Tío —me estrecha con fuerza.  

—¿Dónde estabas, campeón? No te vi por dos días —exclamo exagerado.

—Fui con mi abuela a la ciudad, pero ya estoy de regreso —sonríe, mostrándome los dientes.  

—Me alegro, te extrañé.

—Yo también, tío.

Nos dirigimos al comedor, donde ya todo está listo para la cena.  

—Daryl me comentó lo de tu nueva asistente —dice mi madre, observándome con curiosidad—. Me alegra que hayas tomado esa decisión. ¿A qué hora llega?

Miro el reloj y hago cálculos mentales. 

—No debe tardar. Spencer fue a recogerla a la ciudad.

—Es algo tarde —menciona mi madre—. Mañana a primera hora iré a presentarme.

Exhalo, anticipando la situación. 

—Mamá, por favor. No quiero que la trates como si fuera de la familia —advierto—. Viene a trabajar y es mejor no involucrarnos con ella.

Daryl sonríe divertida. Sabemos perfectamente cómo es mi madre y que mis advertencias pasarán desapercibidas.  

Terminamos de cenar, llevo a Bruno a su habitación y lo acompaño hasta que se duerme.  

Regreso a la casa y, justo cuando me acomodo en el sofá, escucho un coche detenerse afuera.  

Debe ser Spencer. 

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