°❀⋆・ᥫ᭡⋆゚❣︎ Eleonor ⋆˚✿
Arya nos explica el próximo caso. Aunque aún no sabemos quién hará la investigación, necesitamos más detalles del lugar. El dueño del rancho colaborará con nosotros y, al parecer, estaremos cerca de Laredo, Texas. La noticia me emociona. Ahí vive mi hermano y espero tener la oportunidad de verlo.
La sala está iluminada con un tono cálido, el murmullo de las conversaciones flotan en el aire. La tensión es casi palpable mientras Arya continúa con su explicación.
—Tenemos un túnel que es muy probable que llegue hasta la frontera —dice con seriedad, apoyando las manos sobre la mesa—. La investigación es crucial, podría llevarnos a desmantelar un gran cartel de México. Sospechamos que alguien cercano al rancho Prescott tiene nexos con ellos.
Monique cruza una pierna sobre la otra y se inclina hacia adelante.
—¿Y debemos pasar desapercibidos? —interroga.
—Sí, para evitar levantar sospechas y no exponer al señor Prescott —explica Arya.
—Yo no tengo mucha relación con el campo —advierte Monique, esbozando una mueca.
—Yo tampoco, pero puedo hacerlo perfectamente —comenta Frank con confianza.
—Nunca he hecho un trabajo así —admito—. Si soy la elegida, solo espero no terminar trabajando con un vaquero de esos presumidos.
Las risas estallan a mi alrededor y la atmósfera se relaja momentáneamente.
—En Laredo pasé por malas experiencias —expreso—. La última fue una gran pelea con un tipo que se creía dueño de la ciudad solo por llevar botas y sombrero —hago mala cara.
Arya me observa con diversión en su mirada.
—No conozco al señor Prescott, pero Nathan me pidió ayuda con esto y si es su amigo, estoy segura de que es una buena persona —afirma—. En estos días me pondré en contacto con él y definiré quién de ustedes es la mejor opción para pasar desapercibido y realizar la investigación.
—¿Y si el señor Prescott está involucrado? —expongo dudosa—. Se puede estar aprovechando de su amistad con el detective Blake.
—Es una posibilidad —interviene Benji, quien estaba en completo silencio—. En nuestro trabajo nunca podemos descartar nada. Aunque sería muy tonto de su parte denunciar algo en lo que está inmiscuido.
—También podría culpar a otros para quitarse cualquier cargo de encima y seguir con sus actividades ilegales sin que nadie interfiera —argumento y Monique me mira con desaprobación.
—Eleonor, ni siquiera conoces al señor Prescott y ya lo estás acusando —me dice en modo recriminatorio.
—Solo digo —me encojo de hombros.
La reunión concluye cuando Arya recibe una llamada de Nathan Blake.
—¿Qué opinas de volver a tu hogar? —me pregunta Frank, después de que nos retiramos.
—Estoy ansiosa por ver a mis sobrinas —contesto con una enorme sonrisa.
—Dudo mucho que puedas hacerlo, considerando la misión —advierte Monique.
—No se adelanten —nos interrumpe Benji—. Esto todavía es una investigación preliminar. Aún no hay nada concreto, esperemos a ver qué le dice Nathan a Arya.
Pasamos el resto del día trabajando. Arya sale de la oficina, aparentemente para reunirse con su supervisor. Cuando cae la tarde, Benji se despide y nosotros nos dirigimos a un bar cercano.
—Necesito más que una cerveza —declara Monique, recargando los codos sobre la barra—. Quiero un tequila doble —le dice al bartender—. ¿Y tú? —me señala.
—Una cerveza —pido y me acomodo en uno de los bancos.
—Lo mismo para mí —alza la mano Hassan—. Estoy sediento.
—Yo prefiero algo diferente —agrega Frank, acomodándose a mi lado—. Un coñac, por favor.
El bartender nos entrega nuestras bebidas y comenzamos a conversar de todo un poco. La noche avanza y las palabras fluyen más libremente.
—¿Creen que Nathan venga a la ciudad? —pregunta Frank, con voz pastosa.
—¿Para qué vendría? —frunce el ceño Hassan.
—No lo sé —Frank levanta las manos—. Podría ser porque estamos investigando el caso de su amigo, el tal Prescott.
Monique le lanza una mirada incrédula.
—Tú lo que quieres es que venga con Milly —lo regaña—. ¿Cuándo dejarás de suspirar por esa mujer?
Frank resopla, pero evita mirarnos directamente.
—¡No estoy suspirando por ella! —escupe molesto y bebe el resto de su coñac para pedir otro de inmediato.
—Solo tú no te das cuenta —Monique cruza los brazos—. Tienes frente a ti a una mujer increíble que podría hacerte feliz y sigues aferrado al pasado.
Mi estómago se aprieta. Sé perfectamente a quién se refiere.
—Monique —la interrumpo, incómoda.
—Es la verdad —resopla—. Ustedes podrían haber tenido algo bonito y este idiota lo echó a perder. Solo él no se dio cuenta de lo mucho que te gustaba.
Frank me observa con sus ojos algo nublados por el alcohol.
—¿De verdad te gusto? —interroga sorprendido.
—Idiota, claro que le gustas —responde Monique antes que yo pueda hacerlo—. O le gustabas, ahora no lo sé.
La incomodidad me invade. Me pongo de pie, saco dinero de mi bolso y pago la cuenta.
—Hassan, ¿te encargas de que lleguen a casa?
—Por supuesto, Eleonor —confirma, dejándome más tranquila.
Intento marcharme, pero antes de llegar al coche, Frank me alcanza.
—Espera, por favor —se pone frente a mí, bloqueándome el paso.
—¿Qué quieres?
—¿Por qué nunca me dijiste que te gusto?
—Gustabas —corrijo frustrada—. Salimos una vez, ¿no lo recuerdas?
—Sí, pero…
—Pasaste toda la noche hablando de lo hermosa, maravillosa y excelente agente que es Emilia Blake.
Se queda en silencio.
—Eso fue cuando recién llegué, Frank —le resto importancia—. Ahora es diferente.
—¿Podríamos darnos una oportunidad? —sugiere, acercándose.
Intento retroceder, pero él se inclina hacia mí, buscando besarme.
—No, Frank. —lo empujo suavemente—. Primero, estás ebrio. Y segundo, ahora no me interesa tener una relación.
Frank se queda quieto, su expresión es una mezcla de frustración y resignación.
Sin decir más, subo al coche y arranco.
Llego al apartamento y mi teléfono no deja de timbrar, es Monique. Seguramente está avergonzada por todo lo que dijo.
En realidad, no me preocupa. Frank llamó mi atención cuando llegué aquí, pero al darme cuenta de que no tenía oportunidad con él, lo dejé pasar y jamás volví a pensarlo.
Nunca he tenido suerte en las relaciones amorosas, aunque no culparía a mis exparejas. Mi carácter tampoco facilita las cosas.
Recuerdo a mi último novio, Ángel. Caballeroso, educado, sensible, con un físico que llama la atención donde sea: alto, delgado, pero tonificado, cabello castaño claro, ojos azules y una personalidad agradable, además es un excelente abogado.
Nos llevábamos bien, hasta que en su fiesta de cumpleaños decidió pedirme matrimonio delante de toda su familia y mi hermano. No le bastó con entregarme el anillo ahí mismo, también me condicionó que si aceptaba, debía cambiar de trabajo, ya que según sus propias palabras, no quería vivir preocupado por mí.
Las risas a nuestro alrededor me aturdieron. Y de no haber sido por esa absurda condición, hubiese aceptado. Lo amaba y podía imaginar un gran futuro juntos.
Le dije que lo habláramos después, pero no quiso. Siguió presionando, convencido de que yo cedería. No me dejó opción. Lo rechacé frente a todos y nunca me lo perdonó.
Gabo decía que quien te ama realmente no te pone condiciones, ya que al ser una pareja deben llegar a un acuerdo en el que ambos estén conformes.
Me pongo el pijama y me meto en la cama. Antes, apago el teléfono. Monique seguirá llamando y pretendo descansar, ya mañana hablaré con ella. No estoy molesta, aunque sí me incomodó que hiciera creer a Frank que lo amo con locura, algo que es completamente falso.
El sueño no llega fácil. Extrañamente, la noche es inquieta. En mis sueños, un hombre con botas y sombrero me señala. No distingo su rostro, pero su presencia me impone. Me recuerda que en mis años de universidad tuve una muy mala experiencia con un vaquero.
El sábado despierto temprano con un dolor de cabeza molesto. Voy a la cocina, enciendo la cafetera y empiezo a disfrutar mi café en silencio. Pero hay algo más en mi pecho, una inquietud que no había experimentado antes.
El timbre de mi apartamento me saca de mis pensamientos. Me acerco, abro la puerta y me encuentro con Arya y Benji.
—Buenos días —saludan al mismo tiempo rodeándome para entrar.
—Sí, queremos café, por favor —Benji señala mi taza.
Respiro profundo rogando que todo este bien. Los saludo formalmente, les sirvo el café, se los entrego y me acomodo frente a ellos en la mesa.
—¿Todo bien? —interrogo, aunque algo en sus rostros me dice que no.
—Sí y no —responde Arya.
Saca su computadora y muestra un mapa.
—Tengo entendido que conoces bien Laredo, ¿verdad?
—Sí, ahí vivo —confirmo.
Arya amplía la imagen en la pantalla.
—Este es el rancho Prescott —su dedo señala la extensión de tierra—. A un par de horas de la ciudad. Aquí es donde encontramos el túnel, la entrada está dentro de una bodega abandonada. Legalmente el terreno pertenece a la ciudad, pero hay varios ranchos cercanos. No sabemos quién dispone del lugar.
—¿Y qué tengo que ver yo en todo esto? —doy un sorbo a mi café.
—Tú vas a ir al rancho Prescott —informa Arya, recargándose sobre la mesa.
La taza en mis manos se siente más pesada de repente.
—¿¡Qué!? —exclamo preocupada.
—Conoces la zona. Tienes experiencia en el lugar —interviene Benji—. Creo que podrías hacer un excelente trabajo de investigación.
—Nunca he hecho una misión encubierta —expongo con mi pulso acelerado.
—Por eso mismo esta es tu mejor oportunidad —insiste Arya—. Brook Prescott sabe que eres agente, sólo él y contarás con su ayuda, pero no sabrá tu nombre ni ningún otro detalle personal.
—Arya, no sé si esto sea una buena idea.
—Lo es —asegura Benji—. Estoy convencido de ello.
—Mañana mismo viajarás a Laredo —continúa Arya, sin prestar atención a mis palabras—. Luego deberás ir a una cafetería donde alguien del rancho pasará por ti. Llegarás contratada como asistente personal de Brook y aquí tienes información sobre su familia para que la estudies —me entrega una carpeta—. Ahí está tu pasaporte para la misión y una identificación. Como sabes, tu teléfono personal debe quedarse aquí —me recuerda—. Este será tu teléfono —me muestra uno nuevo—. No tiene riesgos de rastreo, pero solo es de uso oficial. Y esta es tu computadora, para reportar avances en la investigación y para todo el trabajo —me la entrega en un maletín.
—Monique, Hassan y Frank se instalarán en Laredo en el transcurso de la investigación —informa Benji—. Tendrán reuniones eventuales contigo —me mira con firmeza—. Y recuerda, no podrás ponerte en contacto con tu familia.
Asiento, intentando asimilar toda la información.
—Sé que es tu primera vez en algo así, pero aquí tienes todas las instrucciones —Arya me entrega una memoria—. ¿Alguna duda? —pregunta.
—No, todavía —admito aturdida.
—Recuerda, solo es investigación. No intervengas en nada sin consultarnos primero —me señala Benji y asiento lentamente—. En la memoria está la información de tu vuelo —explica, dejando la taza vacía sobre la mesa—. Cualquier cosa, llámanos.
Ellos se despiden unas horas después y yo sigo en shock.
Sin nada más que hacer, tomo el teléfono y le marco a Gabo, tengo que avisarle que estaré incomunicada por algunas semanas.