Terminamos de cenar y cada uno nos fuimos a nuestra habitación para cambiarnos. Yo lo hice muy rápido y aproveché el tiempo para tratar de hacer dormir a Valentina (lo cual logré sin mucho esfuerzo).
—Eres una bebé muy linda —susurro al colocarla sobre mi cama.
—¿Noel?
—Demetrius, pasa —preciso al terminar de acostar a mi hija.
—¿Ya se durmió?
—Sí, hemos hecho muchas cosas hoy; está cansada.
—La enfermera ya llegó.
—Justo a tiempo…
—¿Nos vamos ya?
—Sí, claro —respondo sonriente al tomar mi cartera—. Vamos, ya estoy lista
—Se ve tan hermosa como siempre, señorita Varksov…
—Muchas gracias, señor Hills —contesto al mirarlo a sus ojos grises (los cuales eran mi debilidad).
Frente a ello, Demetrius da unos pasos hacia mí, toma la parte baja de mi cintura, me aprieta a su cuerpo y deja un casto beso en mis labios.
—Me deja con ganas de más, señor Hills —confieso sin temor alguno; y él sonríe.
—¿Con ganas de más?
—Sí, con ganas de más —reafirmo al envolver mis brazos alrededor