26. Gime para mí.
—Así mi amor no pares— gimió Eva triunfante por haber conseguido tentarlo una vez más.
Se agarraba al borde del Jacuzzi mientras Jeremy se aferraba a sus caderas, empujándose en su interior con fuerza, gimiendo ronco contra su cuello por la sensación húmeda y apretada. Por cómo se sentía resbalar en su interior y ese calor acogedor que lo envolvía y se adaptaba placenteramente a su grosor.
Él ni siquiera entendía cómo era que estaban volviendo a follar, su intención al meterse en el agua era relajarse y mimarse mutuamente, acariciar y besar la suave piel de su esposa, beberse juntos esa botella de champagne que se estaba quedando templada en la otra orilla del jacuzzi y conversar hasta altas horas de la madrugada, definitivamente, todas las mujeres reclamaban tras el sexo.
Pero para Jeremy era completamente imposible e impensable no excitarse cuando ella empezó a provocarlo, moviendo las caderas de forma circular sobre él, invitándole a tomarla nuevamente y esa voz seductora en su oíd