Hafid sonrió ante la osadía de su madre, de referirse a Sylvia, cómo la mujer perfecta para él, pero disimuló e intentó no hacer caso de ésas palabras.
Estuvieron en familia, jugando y participando de la comida, al llegar la medianoche todos salieron a ver los fuegos artificiales.
Los niños estaban fascinados con el esplendor de las celebraciones, pero después de un buen rato, estaban agotados y deseaban dormir.
También Halima a la una de la mañana ya se rindió y prefirió ir a la cama, su hija Abir decidió acompañarla, fue cuando Hafid dijo a Sylvia:
— ¿Me acompañas a bailar hasta el amanecer?
Ella sonrió y dijo:
— Vámonos pues, ojalá y los niños no se despierten llamándonos.
— Eso no sucederá— dijo Hafid.
Minutos más tarde estaban en un centro nocturno de la ciudad muy exclusivo, disfrutando de bebidas y baile.
El ambiente era muy alegre, todos los presentes tenían un objetivo en común, despedir el año con alegría.
Tenían una mesa donde tenían servicios de bebidas, Sylvia