Kisa se frotó la frente con ambas manos, visiblemente estresada.

—¿Y cuál es tu plan? —preguntó, exhalando lentamente—. ¿Qué piensas hacer?

—Buscar un trabajo —aseveró Marfil sin titubear—. Buscaré la forma de sostenerme aquí. Si hace falta, tendré dos trabajos. Ahorraré cada centavo. Y bueno... este año tendré que dejar la universidad.

—¡¿Qué?! —Kisa expandió los párpados—. ¿Cómo que dejarás los estudios? ¡De ninguna manera! ¡Yo no puedo permitir que hagas eso!

—Solo será por este año —expuso Marfil—. De todos modos, ya han pasado meses desde la última vez que fui. Ya no puedo pagar esa universidad tan cara, es imposible para mí ahora.

—Entonces yo me encargo de los gastos —replicó Kisa—. Yo me encargo de todo, no tienes por qué dejarla.

—No. No, Kisa. Para nada —Marfil negó con vehemencia, con una resolución que no dejaba espacio para la discusión—. No voy a aceptar eso, ¿me entiendes? No quiero que nadie me mantenga, ni siquiera tú. El siguiente año me inscribiré en una universidad