Hannah abrió los ojos de par en par mientras veía como aquel hombre, antinaturalmente alto y pelinegro, con traje casual, llegaba a la planta baja sonriente y enseguida le estrechaba la mano a su jefe y ambos se fundían en un abrazo cariñoso.
—Cameron, qué bueno volver a verte. Veo que te estás cuidando bien. —Andrew sonrió y le dio unas palmaditas en el brazo al otro, que le sacaba al menos veinte centímetros de estatura.
—Hago lo que puedo, Cookie. Sabes que tengo un viaje importante pronto y… tengo que prepararlo todo bien.
El castaño sonrió y miró a su acompañante.
—Quiero presentarte a la señorita Roth, mi nueva secretaria.
Los orbes jade del más alto brillaron al encontrarse con Hannah, una presencia desconocida para él hasta ahora.
—Señorita Roth, es un placer conocerla —pronunció él, y solo hasta ahora Hannah se dio cuenta de que hablaba en fluido alemán—. Espero que Cookie no le esté dando muchos problemas. Puede ser cansado a veces, pero es buen tipo.
Él le extendió la mano,