7. Ambos sabemos cuánto me deseas
La oscuridad en la que había caído poco a poco se fue despejando. La cabeza le estaba palpitando y el cuerpo entero le dolía como si un camión le hubiese pasado por encima. Mientras abría los ojos, los recuerdos fueron apareciendo uno a uno en su mente:
Primero los hombres del callejón que querían hacerle daño, luego Gabriel mostrándose como un monstruo, el encierro y finalmente la bestia que la había atacado.
¡LA BESTIA!
Ese solo pensamiento consiguió que abriera sus ojos de golpe y fue ahí que se dio cuenta que ya no estaba en suelo, por el contrario estaba siendo llevada en brazos y de inmediato se imaginó esos colmillos y ese rostro de bestia llevándola a quién sabe dónde y eso fue suficiente para que el dolor pasara a segundo plano y comenzara a retorcerse como loca.
—¡Suéltame! NO VAS A COMERME, ¡suéltaaame!!
Sofía estaba a punto de que le diera un infarto podía sentir el corazón latiendo desaforado en su pecho mientras intentaba por todos los medios librarse del agarre del