Raúl la recorrió de pies a cabeza, ella llevaba una falda de seda azul marino, acampanada, le llegaba hasta la rodilla, la blusa era blanca con rayas celestes, el cabello lo llevaba suelto en ondas, y su maquillaje era muy sobrio y elegante.
—El mismo que no ha dejado de pensar en ti un solo instante. —La miró mojándose los labios—. Estás más hermosa que en el pasado, me da tanto gusto verte, ¿y a ti?
Vanessa frunció el ceño, le arrebató el contenedor con café, sus ojos destilaban ira, resentimiento, decepción.
—Pues yo no puedo decir lo mismo, para mí falleciste y te enterré hace más de diez años.
Raúl sonrió con esa expresión de seductor con la cual solía tener a las mujeres a sus pies.
—Ya ves que sigo vivo, y podríamos revivir lo que tuvimos en el pasado.
—¡Ni que estuviera loca! —exclamó Vanessa empezó a caminar con rapidez al edificio, estaba tensa, pues sentía los pasos de Raúl tras de ella.
—No tan rápido Vanessa Johnson. —En un par de zancadas se puso frente a ella—, te