Vanessa llegó de la oficina, exhausta, su primer día había estado lleno de altibajos, y lo único que anhelaba era darse una buena ducha, y descansar.
Cuando abrió la puerta del apartamento, se sorprendió al mirar un hermoso arreglo floral de rosas rojas, y girasoles.
—Qué bonito —susurró, no le pasó por la mente que fuera para ella, creyó que su madre lo había comprado para adornar el apartamento.
—Hola mami —saludó Ava, sonriendo ampliamente, la abrazó feliz.
Vanessa olvidó el cansancio, y el mal rato que vivió en el trabajo, el cariño de su hija llenaba su alma, y ahora que las cosas habían mejorado entre ambas, la joven madre se sentía feliz. Ya Ava no hablaba de su padre biológico, aunque había suplido esa ausencia con la de Ryan, su presencia le hacía bien a la niña.
—Hola cariño, ¿cómo te portaste hoy? ¿En dónde está la abuela? —indagó.
—Me porté muy bien mami, comí todas las verduras, la abuela salió con Hope, fueron por unos dulces —avisó.
—Me alegra escuchar eso —