Capítulo 4.
Plan en marcha. Todos se mueven ayudándola a desvestirse, Gildris se siente como un experimento, le preparan un baño con varios productos para que su piel reseca pase a brillante la frotan con cremas que tienen piedritas para hidratación profunda, la toma como si estuviera en un spa y la apoyan contra una camilla, depilando con cera si cuerpo, un proceso doloroso que ella apenas puede resistir, luego la guían nuevamente a la bañera una vez más con cremas perfumantes, hidratación por 20 minutos más, mientras las chicas le hacen pedicura y manicura, un proceso engorroso al que ella se somete por primera vez, unos en encargan de sus manos, otro de sus pies, mientras el estilista prepara sus cejas, hidrata su cara y labios, maquillaje y con ello ya van viendo un cambio extraordinario, mientras que su cabello pasa por un proceso de hidratación, para luego someterse a la pintura color negro, seguido de otro proceso de hidratación. —¡Por Dios! Ese cabello está fatal, se han ganado 30 minutos más; qué duro trabajo, la verdad, Gildris, qué descuidada estás, esas manos callosas y maltratadas —exclama arrogante Brittney al ver lo descuidada que está su prima, incluso no tiene marca de bikini, es una locura. — Trabajo en una floristería, limpio y hago cosas; no estoy todo el día pegada al celular o paseando a Brittaney. — Bueno, ya, no dije nada, pero debes reconocer que eso son solo excusas, no puedes descuidarte así, no me sorprende que no tengas novio. —No tengo novio porque no tengo tiempo para ellos, no porque no tenga pretendientes que me quieran así. — De lo último, ¿quién podría quererte con todo ese vello que tenías allá abajo? —¡Brittney! —Es la verdad, pareces el hombre lobo; además, todo suda, y esas piernas, por favor, mira los dedos de tus pies, muy diferente a como has venido. Debes reconocer que te hago un favor; quizás con todo este cambio conozcas a alguien… —La rodea. ¿Qué onda con ese cabello? Esas puntas, está reseco, descuidado, por Dios, naciste con la pesadilla de tener el cabello ondulado como tu padre, y aún así, no lo cuidas, solo mira estos nudos. —Ya pará, por favor, no menciones a ese hombre y menos me compares; si continúas, me iré. La avergüenza, pero tiene razón, se ha descuidado demasiado, incluso su ropa interior y su ropa es de años; no se había dado cuenta de lo humildes que son, que no se puede dar el lujo de comprar nuevas. Es una locura su vida y ver cómo la miran otros, como las chicas callan de comentar, es abrumador y vergonzoso. —Lo importante es que tiene un cabello abundante, mi señora, y muy largo; sobrepasa las caderas, lo que nos permite cortarlo sin tener que agregar extensiones. Es una ventaja, ya que lo podemos llevar al nivel de las caderas como su prima sin problemas; incluso creo que tiene más volumen que el de la señora. —Cuida tus palabras, Valentino, o no pediré tus servicios la próxima vez. —Gruñe Brittaney al ver que la halagan ante lo obvio. Gildris, con todo y su esencia humilde, destaca en belleza, un cuerpo natural y más formado que el de Brittaney, así como su cabello, cejas y uñas, todo natural, como su enorme trasero y senos perfectos, toda una belleza oculta. —No quise ofenderla, señora, solo digo que no necesita pestañas postizas, tiene unas muy buenas pestañas y su cabello es más natural. Está reseco, pero es abundante; para igualarla no necesita muchos detalles, eso es bueno. —Responde Valentino siendo honesto. Brittney nota a su prima y se da cuenta de que todo en ella resalta natural, a diferencia de ella que tiene que usar algunas extensiones para igualarla. Algo de envidia resurge en su ser, ya que, aunque le cueste reconocerlo, Gildris tiene su cuerpo más abultado y hermoso, a pesar de que no lo ha cuidado como se debe. En el fondo, agradece que su esposo no la verá desnuda ni la tocará; no podría. Su prima es tan tonta que ni siquiera ha tenido su primera vez; se burla con amargura al ver a su prima a la distancia luciendo realmente increíble. * Tras varias horas, un corte de cabello y un alisado profesional, Gildris está casi lista. Al cambiarse con la lencería nueva que Brittaney le compró y la ropa que ella le da, Gildris pasa de ser Gildris a Brittney, sin duda una versión mejorada de Brittney, pues se ve despampanante; no se nota diferencia, realmente parecen gemelas. —Maravillosa, increíble, sin duda no hay diferencia —afirma Valentino, emocionado por su obra, que terminó con 10 minutos antes de las dos horas y media. —Muy buen trabajo, merecen su pago… —dice Brittaney, firmando el cheque con una jugosa cifra, y la firma que Gildris reconoce, ya que es la misma que ella le enseñó a hacer hace años; no ha cambiado nada. —Muchas gracias, señorita, y mucha suerte. —Ya sabes, Valentino, has firmado una confidencialidad; espero sepas mantener tu boca cerrada. —Lo haré, señorita, Gildris no existe, yo no sé nada de esto. —Perfecto, adiós. Al verlos marchar, Gildris y Brittaney se miran fijamente. —Ahora sí, solo estamos tú y yo; sigamos con la segunda parte del plan. —Ok, háblame de él, ¿cómo se llama? Dame toda la información que necesito. — Mi esposo se llama Bastián Lauder, tiene 30 años y la información que necesitas la he puesto toda en este archivo. — Le entrega una carpeta. — Familia, empleados, amistades, todo está ahí con sus fotos. También te he comprado un celular idéntico al mío, tiene uno de mis chips de contacto; cuando no me consiguen por el mío, me consiguen en ese, así que ten cuidado antes de responder. Para comunicarnos lo haremos al tuyo. — Brittaney se acerca a su bolso y se lo entrega. — Mi identidad, pasaporte, todo está en el bolso Chanel, mi anillo. —Gildris recibe el anillo que le queda un poco ajustado. —¿Qué diré para justificar tu ausencia de estos días? — De casa salí solo con un pequeño bolso y una muda de ropa; iba a visitar a mi amiga Charly que estaba enferma y volvería para la cena de esta noche. Tienes exactamente 6 horas y 23 minutos para aprender, memorizar y saber todo lo que ese archivo tiene. Mi chófer te llevará al aeropuerto; tu vuelo sale en 30 minutos. Buena suerte, Gildris, nos volveremos a ver en unas semanas. Haz un buen trabajo y te daré el resto de tu recompensa. —Bien, disfruta tus vacaciones, Brittney, te llamaré si surge algo. —Asegúrate de que no te descubran. —Lo intentaré. Gildris sale de la suite dejando a Brittaney muy emocionada. De inmediato ella toma su celular y hace una llamada misteriosa, que rápidamente es recibida. B: Ahí te la envío, ya sabes qué hacer, no me falles si quieres tu recompensa. T: No se preocupe, señora, todo está bajo control; déjelo todo en mis manos.Capítulo 5. Los Ángeles. Al llegar al aeropuerto, el chófer deja a Gildris en la entrada del lugar y se marcha sin más. Ella, un poco nerviosa, camina a la recepción del aeropuerto para verificar su boleto de avión. Al pasar a la taquilla, la mujer que la atiende no hace preguntas, no trae equipaje que verificar y el boleto es de clase alta; simplemente lo verifica y le entrega el comprobante sin mucho protocolo. —Pase a la sala A, por favor, espere que pronto será llamada. —Muchas gracias. —Responde Gildris inquieta, caminando a la sala indicada. Está un poco perdida, se siente nerviosa, tanto que no puede notar cómo la miran los hombres al pasar. Luce espectacular, su belleza resalta, lleva el cabello recogido en un moño alto, su cabello cuelga liso y perfectamente peinado, lentes de sol que ocultan su maquillaje perfecto y joyería que deslumbra a quien la ve, al igual que ese espectacular vestido color negro que le llega a las rodillas y es cubierto ligeramente por su abr
Capítulo 6. Inicio del juego. Gildris escucha atentamente las indicaciones del doctor; ella debe ayudarlo a bañarse, cambiarse, comer, darle sus medicamentos, curar sus heridas y hacerle masajes, movilidad en las zonas lastimadas, que con suerte se podrán retirar los yesos en pocas semanas. Ella ve que tiene una gran tarea, y no duda en escuchar con atención; ya ha cuidado de su madre mucho tiempo y sabe cómo va todo el proceso. Aún así, escucha todo lo que el doctor le explica, mientras analiza a su cuñado, quien parece pasarla muy mal. No parece ser un hombre que dependa de otros, no le gusta ser una carga y esto mantiene amargura en su corazón. Ella no tenía idea de lo mal que estaban las cosas; Brittaney no le dijo sobre esto y le da rabia pensar cómo pudo ser capaz de irse y dejar a su esposo en este estado. Él la necesita ahora más que nunca. —Luego del baño, cura la herida de la manera que le expliqué y acomoda la manillera en su mano de esta manera, que ejecuté presi
Capítulo 7. Dudas. Gildris respira aliviada, sabiendo que ha recuperado la desaprobación. Al parecer ellos no están acostumbrados a ser muy amables, o se la pasan discutiendo, ya que se tratan con indiferencia, algo que ella va aprendiendo y que le cuesta entender. Tratando de ser profesional, Gildris lo cubre con la toalla intentando no verlo desnudo; es algo incómodo para ella, intenta reprimir sus pensamientos y enfocarse en que es un trabajo, un trabajo más de enfermera como en casa. Aunque suena a ironía, ella debería estar con su madre ahora y está cuidando del esposo de Brittney, quien no se ha reportado por nada. —Ponme el mono sin ropa interior. —Le pide él a ella terminar de secarlo. Gildris se acerca a él y, sin quitar la toalla, empieza a vestirlo, pero él, sintiéndose fastidiado, quita la toalla, acción que la hace caer de golpe sobre el suelo, tratando de no verlo. Su cabello cubre su rostro, su pecho emite un vaivén desenfrenado que extraña a Bastián, al ver que e
Capítulo 8. Reclamos. Gildris no está segura de seguir adelante con todo esto, está nerviosa y tiene ciertas dudas, se mordisquea la uña de su pulgar mientras se mueve de un lado al otro. ¿En qué se ha metido? ¿Qué clase de vida tiene Brittaney? ¿Acaso no ama a su esposo? ¿Será que todo es por el dinero? Gildris está inquieta, su corazón no se detiene, intenta calmarse, se sienta en la cama pensando en su madre, a la que llama para saber de ella. C: Estoy bien, mi niña. ¿Tú llegaste bien? ¿Cómo está todo? G: No los he mamado, creo que no debí aceptar este empleo, es muy difícil. C: Calma, mi niña, tú puedes hacerlo, no hay nada que no puedas hacer; ya verás que todo saldrá bien, tú confía en ti. G: Te extraño mucho, mamá. C: Yo a ti, cariño, apenas es el primer día, no puedes rendirte, solo son unas semanas; tú puedes hacerlo. Gildris llora en silencio, sabiendo en el gran problema que se ha metido. Tras cortar la llamada, Gildris se acomoda en el balcón para observa
Capítulo 9. Fuerte discusión. Gildris pasa saliva, no sabe qué responder; ella se queda mirando el documento, pensando en alguna respuesta rápida, ante su intenso silencio. —Los tomé para prestárselos a una amiga. —Responde intentando sonar convincente, ya que eso es lo que Brittney diría. —¿Prestaste 50 mil dólares a una amiga? ¿Sin consultarme primero? —No pensé que te incomodaría tanto. —Ese es el problema contigo, que tú nunca piensas en las consecuencias. No me molesta que tomes el dinero, me molesta que no me consultes, haces lo que te viene en gana y pretendes que yo lo acepte, me pasas por alto en todo. —Golpea la mesa muy enojado, lastimándose la mano lastimada. —¡Demonios! Gildris hace un gesto incómodo, una reacción de temor que él nota y que cambia rápidamente a preocupación, un gesto nuevo de ella. —¿Te has lastimado? —Ella intenta acercarse para revisarlo y él aparta su mano de ella. Gildris no sabe qué decir, esto no lo esperaba. —Lo prestaste, ¿o se
Capítulo 10. Cuidados. Ante sus gritos, rápidamente, Berta aparece corriendo. —Mi señora. —Llama a Raúl, Berta, que venga Raúl. La mujer sale corriendo, mientras Gildris está muy nerviosa; ella lo acomoda sobre la silla, está ardiendo en fiebre, lo que la pone muy ansiosa. —Por favor, por favor, reacciona… —Ella lo acaricia en la mejilla muy nerviosa, hasta que ve a Raúl llegar—. Ayúdame a llevarlo arriba, tenemos que bajarle la fiebre. Berta, trae alcohol, vinagre y compresas, rápido. —Sí señora. Todos se mueven rápidamente, llevando a Bastián a la habitación, donde Raúl lo mete a la bañera; Gildris rápidamente empieza a bañarlo, intentando bajarle la fiebre. Raúl la observa, la dedicación y atención que tiene en cada detalle, como logra que él despierte; es impresionante. Su jefa simplemente hubiera esperado que llegara el doctor o llamaría a una ambulancia, pero esta mujer frente a él toma el toro por los cuernos, algo admirable para Berta y Raúl, que se miran desc
Capítulo 11. Dudas. Al terminar su llamada, Gildris sube a verlo; Bastián ya la había visto venir por las cámaras, y él la espera paciente hasta que la ve entrar a la habitación. —¿Cómo te sientes? —pregunta ella, curiosa, tratando de incorporarse con él. —Mejor, ¿dónde estabas? —pregunta enfocándola visualmente, mientras ella revisa su temperatura. —En el jardín daba un pase —dice sonando sincera—. Voy a prepararte el baño para poder curarte; necesito cambiar la venda. Ella se mueve, dejando su celular en la cama; al verlo, él lo toma, notando su fondo de pantalla. Ella antes tenía una fotografía de ella, siempre una diferente cada día, pero este fondo de las rosas del jardín es inusual, así como el hecho de que su huella no acceda, lo que confirma que algo oculta. —Voy a decirle a… —Gildris se paraliza al verlo con el celular en la mano; él no se intimida, ni lo suelta, espera la reacción de ella, que evidentemente es de incomodidad. —A Raúl que suba a ayudarme a llevarte a l
Capítulo 12. Acercamiento. En silencio, Gildris empieza a ejecutar un intenso masaje; él se queja por momentos: primero su espalda, le hace movimiento a los músculos de sus brazos, todo muy profesional, intentando concentrarse mientras desliza sus manos por su cuerpo, bajando a sus caderas, y continúa con sus piernas, evitando su sexy trasero, que le saca una ligera sonrisa mordaz. Ella nota cómo él simplemente se relaja, mueve sus piernas, levantando lentamente la que tiene el yeso, lo que le causa un poco de dolor. —Respira, no te pongas tenso, solo no pienses, relaja tu mente y tu cuerpo; eso te ayudará a canalizar el dolor. —Él la escucha. Ella se enfoca en la pierna afectada, movimientos lentos, calculados, masajeando suave la zona. Al terminar, ella aprovecha la postura para curar su herida, sale por la sábila y vuelve, tratando la zona que ve muy seca. Ya no sangra y eso la llena de satisfacción. —Muy bien, te voltearé, poco a poco. —Ella se acomoda, subiendo ligeram