Algunos meses después.
—Por fin ha nacido mi nieta, es una niña muy hermosa, la más bonita. — Se regocija satisfecha.
—Mamá no es para tanto, solo es una bebé llorona, ya quiero irme a mi casa para no tener que escucharla nunca más. — Le dice ella de mal humor.
—Hija no tengas ese corazón tan duro, los hijos son una bendición, y mírale los ojitos. — Ella voltea la cara con desagrado para el otro lado.
— Ya madre no intentes meterme a esa mocosa por los ojos, muy bien sabes que no quiero saber nada acerca de ella, si no sigues lo que te pedí la regalaré o la enviaré a un orfanato, lo que sea, pero ya no la verás más nunca.
En ese instante entra la enfermera a la habitación.
—Señora es hora de alimentar a su pequeña. — Le dice mientras le acomoda la almohada.
—No la voy a alimentar, no voy a dejar que dañe mi cuerpo, más de lo que ya lo ha hecho, usted puede darle la fórmula y déjeme dormir, para eso estoy pagando tanto dinero, estoy muy cansada de cargarla nueve meses. — Se relaja en l