Estoy sordo de amor. No escucho nada más que tu voz.
Y entonces llegó el día que tanto Deanna como su padre estaban esperando: su cumpleaños. El día que Leonard le pediría a Susan que se casara con él.
La casa se volvió a llenar de música, no había muchos invitados además de la familia; pero si los suficientes para que las melodías y las voces inundaran la noche. Philippa y la abuela de Deanna también estaban. Después del accidente, su madre estaba cada día más presente.
-Mamá ¿me acompañas a la cocina? –
Deanna se movía con más dificultad por esos días, su vientre estaba enorme y había comenzado con dolores en la espalda y las piernas se le hinchaban como globos.
- ¿Sabes? Nunca tuvimos oportunidad de hablar sobre Leonard – Le dijo Deanna mientras acomodaba unos entremeses en una bandeja.
- ¿Sobre tu padre? ¿De qué quieres hablar? –
- Él… va a pedirle matrimonio hoy a Susan y no sabía cómo decírtelo –
- Ya veo –
- No quiero que te sientas mal o que pienses que es algo con malas intenciones… Entenderé si prefieres no quedarte –
Philippa