De nuevo el Ambassador le levantaba el telón, de nuevo las luces brillaban y las butacas esperaban a los espectadores. Era una noche de estreno más en la ciudad, algunos ansiaban volver a verla, otros fueron por curiosidad y ella seguía poniéndose nerviosa. Pero esta vez, toda la familia estaba presente; hasta Camila.
Ya no podía poner excusas, era la esposa de su hijo mayor. Y para sorpresa de Charles, no había opuesto tanta resistencia; parecía que comenzaba a darle su lugar a Deanna. A Harry también le llegaron las entradas y fue causa de otra discusión en su casa, sin embargo, poco le importó lo que Laura tuvo para decir. Vistió a Emma y salieron; no sabía cuánto tiempo podría aguantar la niña sin ponerse inquieta, pero al menos la verían un rato.
En su camerino, el bouquete de rosas de Daniel; el vestuario colgando de una percha y la maquilladora dándole los últimos retoques. Su estómago era una bola de nervios y su corazón una de felicidad. Había extrañado demasiado todo eso. Le