—Doctor Wagner... ¿Cómo se siente?— pregunto de forma nerviosa mientras me asomo a la puerta de su habitación.
Es una de las habitaciones más grandes, similar a donde yo había sido atendida innumerable cantidad de veces. Estaba bien acomodadas y sin duda las enfermeras y enfermeros lo habían atendido muy bien.
Había cerca una bandeja con comida y bebida, así que suponía que tenía ya un rato despierto. Se veía cansado, y de repente había envejecido bastante de un solo golpe. Sin embargo, se podía ver en su expresión... que había algo diferente.
—Lisa... pasa, pasa… por favor— dice haciendo un gesto suave con la mano.
Yo me aproximo aún con cierto nerviosismo, dejando la puerta abierta. Por un momento nos quedamos en silencio, él pareciera que ve a la pared hasta que vuelva otra vez a posar su mirada de mí.
—Estoy bien... solo quería hablar contigo un momento. Por favor, si quieres puedes sentarte— señala una silla. Yo la tomo casi en modo automático, cuando la realidad es que