—Oliver... ¿Estás bien mi vida?— le preguntaba ya por tercera vez esta noche.
—Al cien por ciento…— decía mientras bailábamos.
—Es que te ves descansado, ojeroso y con la mirada perdida— le respondo.
Y vaya que había sido así. Mi esposo estaba profundamente distraído acá al extremo que varias veces lo he tenido que llamar para que vuelva de nuevo al planeta tierra, hoy más que nunca desde ese comentario de como hubiese querido mi boda. ¿Será que está pensando en nuestro matrimonio?
Hace días lo veo haciendo planes y trabajando en la computadora. Ha estado bastante ocupado. Al parecer lo habían llamado a unos excompañeros de la universidad y había conseguido una buena propuesta en Alemania. Antes me había negado varias veces que no quería ir para allá, pero hace ya un tiempo que no me lo ha repetido.
Tengo miedo de que esté tramando algo y que quizás no quiera contarme para no preocuparme. Para él últimamente todo ha sido la adopción, la adopción, la adopción. Está tan seguro d