Capítulo V

Pov Narrador: 

Desde el momento que entraron en el elevador, Irene había permanecido completamente callada, sumida en sus pensamientos, o eso asumía Enzo; puesto que él se encontraba en una situación más o menos similar. 

Y cuando entraron en el auto, esta situación solo se afirmó aún más.  

Enzo, se hallaba a sí mismo bastante inquieto, su pulso se sentía ligeramente más acelerado de lo normal y un hormigueo en la boca del estómago, cada vez tomaba más protagonismo. Aunque no era la primera vez que sentía algo así, nunca había sido tan intenso, bueno; quizás una sola vez se sintió de esta misma manera, antes de la presente. 

Y esa vez, fue justamente la noche anterior cuando se reunió con Irene por primera ocasión. 

Cada que tenía oportunidad, sus ojos se deslizaban disimuladamente a la mujer que estaba a su lado, la cual permanecía con una expresión tranquila viendo hacia el frente. Era solo un contrato, no podía ir más allá; eso era algo que se estaba repitiendo sin estar muy seguro del porqué.

Lo cierto es que bajo la aparente calma que profesaba, Irene se sentía sumamente nerviosa, como la noche anterior. Por momentos se hallaba tentada a pellizcarse a sí misma, pues una parte de ella seguía sin creer que realmente estaba haciendo aquello; nunca en toda su vida se imaginó que se vería envuelta en una situación así. 

También se sentía de alguna manera culpable, pues si bien no tenía pareja y no estaba haciendo algo mal. Ahora es que caía en cuenta que todo ese teatro terminaría en un matrimonio, falso, pero un matrimonio. 

—Pienso que sería conveniente que conversemos entre ambos, para de esa forma conocernos. — Dijo Enzo rompiendo el silencio.— Realmente quiero agradecerte, pues sinceramente no soy de personas que les guste ir a citas. 

— Si está bien eso.— Concedió Irene mientras que suspiraba lentamente.— Está bien, no tienes que darme las gracias, pues yo también estoy sacando beneficios de todo esto. 

Las palabras de Irene, hicieron que Enzo solo atinara a sonreír por lo bajo, realmente era una mujer distante, lo cual estaba bien, eso lo ayudaría a no encariñarse con ella.  

— ¿Tú crees que todo esto estará bien? — Pregunto de golpe Irene sin mirar a Enzo. —Me preocupa la verdad como puedan reaccionar mis padres … Yo nunca he tenido pareja. Y todo esto les parecerá una locura. — Confeso con un tono suave mientras jugaba con sus dedos. 

El empresario, al escuchar la duda de su acompañante, meneo la cabeza sin despegar la mirada del frente, de un momento a otro se orilló, deteniendo el auto antes de relamerse los labios pensativos. 

— Si hacemos la cosas bien, si, todo saldrá de manera perfecta, querida. — Dijo Enzo con un tono suave. Intentando sonar comprensivo y amable — Tranquila, yo pensé lo mismo, por eso estipulé un tiempo para tener una “Relación”. — Decía con calma esperando atentamente a la respuesta de Irene. 

Meditando las palabras de Enzo, Irene lentamente asintió antes de sonreír un poco más tranquila. Luego de aquel pequeño momento, el camino al restaurante fue rápido y ameno, la conversación fue escasa, pero Enzo se sintió complacido. 

~…~

Se hallaban bajando del automóvil, cuando llamaron a Enzo, el castaño al voltearse sé encontró con su madre Clarisa y una amiga de ella llamada Elena, la tensión en el hombre era tan clara que hasta un ciego lo vería. Eso no paso por desapercibido para Irene, quien inmediatamente sonrió de manera tensa, sin entender ni un poco el cambio. 

—Enzo, hijo, qué sorpresa encontrarte aquí.— Dijo la mujer sonriendo, aunque estaba segura de que su hijo no lo creía así.— ¿Quién es esta adorable jovencita? — Pregunto fijando sus verdes ojos en Irene barriéndola de arriba a abajo antes de voltear. — ¿Recuerdas a mi amiga Elena? La madre de Candela.— Continuó diciendo Clarisa, ajena a que su hijo solo se tensaba cada vez más. 

— Madre, lo mismo digo, ella es Irene, mi cita de hoy.— Respondió Enzo pasando un brazo por los hombros de la pelinegra.— Si la recuerdo, un placer verla, pero nosotros nos vamos. — Dijo alto tenso el castaño.

Irene no sabía cómo actuar, pero, mantuvo una sonrisa en el rostro en todo momento, a pesar de que se sorprendió ligeramente al sentir la mano de Enzo en su hombro, era más cálida de lo que hubiera pensado. 

— Un placer, señoras — Comento suavemente Irene antes de ser jalada por Enzo. 

Sin darle tiempo a su madre; el empresario, casi arrastro a Irene hacia una mesa apartada del resto en el interior del restaurante, quejándose por lo bajo. Al llegar a la mesa, la psicóloga que salía de su estado de sorpresa. 

—¿Que fue eso? — Cuestiono Irene, mirando a Enzo como si estuviera loco. — Entiendo que las cosas sean un poco tensan con tu madre, pero eso se va a ver bastante mal. 

— Irene, mi madre puede parecer un corderito; sin embargo, es más un lobo que otra cosa. —Gruño Enzo sentándose de mala gana.— Te acabo de salvar de ser interrogada por ella y su amiga de alta sociedad 

Irene ante esto se quedó completamente callada, realmente quizás había metido la pata, ella no conocía a Enzo, apenas era la segunda vez que estaba con él. Un sentimiento vergüenza poco a poco comenzó a recorrerla y un fuerte sonrojo se instaló en sus mejillas. 

—Lo siento, la verdad es que debería agradecerte; yo no te conozco bien y ya estoy metiéndome donde nadie me llama. — Murmuro Irene tomando asiento frente al castaño.— Gracias por todo. 

El empresario, que no esperaba esa respuesta, con un gesto le resto importancia y tomando el menú, decidió que era mejor comer; para cada uno siguiera por su lado, ya que se sentía irritado sin saber exactamente, cuál era la razón, pues si lo que buscaba específicamente con todo ese circo es que su madre lo dejara en paz.

En definitiva, era bueno haberse cruzado con su madre, pese a que, quizás, el encuentro no fuese accidental y su madre orquestara todo solo para confirmar que no estaba mintiendo. 

Quizás toda su irritación se debía a la mención de ese nombre que para él estaba completamente vetado. 

~…~ 

Después de una comida ligeramente tensa, pues Irene se sentía culpable y Enzo se sentía irritado, la pareja se encontraba fuera del restaurante. 

— Me retiro Enzo… nos vemos — Dijo de golpe Irene. 

Era suficiente circo para un solo día; su voz al parecer saco a Enzo de su propio mundo mental, el cual solo asintió suavemente. 

— Mañana paso por ti para almorzar ¿Está bien? — Comento suavemente — Nos vemos. 

— Bueno… — Mascullo la pelinegra antes de darse media vuelta. 

De esa manera ambos se separaron, Enzo, únicamente podía ver a Irene alejarse por la calle hasta el momento que detuvo un taxi y se subió. Al quedarse solo, un sentimiento de vacío comenzó a recorrerlo, y de esa forma regreso a la compañía. 

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