Él me sigue observando y pasando sus dedos por las líneas de mi cuerpo, ahora bajando por mi ombligo, acariciando mi vientre.
—¿Y qué más le gusta a mi mate?— pregunta de forma tentativa y yo traigo saliva.
La realidad es que teniéndolo así al lado mío, desnudo, con la piel brillante y luego de