—¡Oh por el amor de Dios! —exclamó Luka.
—Amén —dijo Alessa y volvió a devorarle el miembro que sabía a jugo de uva.
La tenía encima desde que entraran a la habitación. Había tenido suerte evitando que lo desnudara en la calle. Estaba fuera de sí, ni siquiera lo había dejado bañarse y ahora lo succionaba como si quisiera absorberle hasta el alma. Esa mujer tenía una aspiradora en la garganta.
Se dejó caer en la cama, verla era demasiado erótico y no quería correrse todavía. Estiró la mano para acariciarle la cabeza.
—Alessa... respira...
Se le iba a asfixiar con la mamada descomunal que estaba dándole. Su boca monstruosa lo liberó, la oyó aspirar una bocanada de aire. Luego sintió la lengua recorrer todo el largo y entretenerse en la punta. La chupó y frotó contra sus labios mientras su mano subía y bajaba.
—¿Esto te gusta Luka? Déjame saber cuánto te gusta —dijo con la voz ronca y mirada de enajenada.
Luka se cubrió la cara con el brazo. No quería verla cuando girara la cabeza