-¿Que qué me pasa?
-Sí, porque todo el día has estado rara.
-Ah bien, ahora resulta que yo soy la rara. Seguro no tiene nada que ver con el hecho de que me has tratado todo el maldito día de forma fría e impersonal, y no me digas que fue solo porque eres “mi jefe”, porque sé que es más que eso.
La forma en la que me mira, en silencio y como si estuviera meditando en silencio lo que va a decirme, me hace fruncir el ceño y sentirme aún más frustrada que antes, por lo que me dejo caer sobre la cama y alzo mi pie sobre mi rodilla, viendo mi adolorida planta que, si bien ya está casi curada, las secuelas todavía son visibles. Tengo que ponerme la crema…
Las curtidas manos de Filip hacen a un lado las mías y veo la mancha blanca de la pomada en una de ellas, haciendo que alce la mirada nuevamente hacia él.
-Lamento que te hayas sentido así, la verdad es que intentaba protegerte.
-¿De qué estás hablando?
-Celia es… particular.
-¿De qué hablas?
-¿De casualidad notaste algo diferen