Capitulo 03: A merced del tirano.

1: 00 am. 

— Ahora si, su majestad está lista para la noche de bodas. — DecĂ­a sonriente una de las mujeres mayores que atendĂ­an a Virginia. 

— La preparaciĂłn de una semana ha funcionado a la perfecciĂłn, su majestad la Reina, tiene una piel esplĂ©ndida, luce tan clara y suave como la de un reciĂ©n nacido. — Decia otra mujer que untaba una crema aromática de rosas en la piel de Virginia. 

Tiana quien tambiĂ©n estaba ahĂ­ por ser la guardiana oficial de Virginia, se le quedaba viendo fijamente y notĂł la incomodidad de su Reina. 

— Salgan todas ahora. — ExigiĂł la mujer pelirroja. 

Una vez quedaron solo Virginia y Tiana en el salĂłn de baño. 

— ÂżEstás bien? Luces algo pálida Vini. 

Virginia negĂł rápidamente con su cabeza. 

— Puedo hacerlo… — DecĂ­a con su voz temblorosa mientras aferraba sus manos al borde de la falda de su ligera bata larga color blanca.  

— El Rey Lance será bueno contigo, no te preocupes, no creo que quiera torturar a su nueva Reina la noche de bodas. 

— ¡Pero lo hizo durante las ceremonias! ¡No dejo de actuar indiferente! ¡Fue humillante! — ExclamĂł Virginia finalmente dejado salir sus emociones reprimidas. — ¡Estoy otra vez atrapada en este Reino que me odia solo por ser hija del ya fallecido Rey Jhon Wiztan! ¡No es justo! ¡Nada de esto lo es! ¡Yo nunca podrĂ© ser realmente feliz! PerdĂ­ todo… Mi mamá muriĂł a manos de ese hombre al igual que todas mis medias hermanas, ahora tambiĂ©n perdĂ­ a mis hermanos y mi padre, todo lo perdí… no tengo a nadie… — DecĂ­a Virginia entre lágrimas cubriendo su rostro con sus manos rápidamente. 

— ¡No digas eso Vini! Claro que sĂ­ tienes algo… Me tienes a mi, tienes a tu hermano vivo, tienes vida, salud, una nueva oportunidad de abrirte camino en un Reino distinto… — Tiana se lanzĂł a abrazar con fuerza a su Reina que lloraba desconsolada. — SĂ© que es difĂ­cil… Lo sĂ©, pero eres fuerte, eres la Ăşnica mujer Wiztan que quedĂł con vida, el destino tiene que tener algo preparado para ti, sĂ© que lograrás ser una grandiosa Reina en Maita, date una oportunidad de avanzar, de continuar aunque ahorita parezca que todo es gris, me quedarĂ© a tu lado hasta que veas los colores que realmente acompañan tu mundo. 

Virginia dejĂł de llorar, no queriendo darle lástima a su amiga la soldado, Tiana.  

— Acompáñame a la recámara nupcial. 

PidiĂł Virginia cabizbaja, Tiana le cubriĂł con el grueso y largo abrigo dorado y limpio el rostro de su Reina, que aĂşn asĂ­ terminĂł luciendo sus ojos levemente hinchados y su nariz rojiza. 

— El Rey probablemente se de cuenta de que has estado llorando, ÂżNo te gustarĂ­a quedarte un poco más hasta que tĂş rostro se vea más natural? — PreguntĂł Tiana preocupada. 

Virginia negĂł lentamente con su cabeza. 

— Da igual, si quiere tomar mi cuerpo y mi primera vez, mi rostro no va a impedirlo; Ă©l tiene fama de ser un mujeriego empedernido, amante de las mujeres, un hombre que se deja llevar por su lujuria.  

Tiana se reĂ­a en ese instante cubriendo su boca con su mano ligeramente. 

— Jaja~ Lo siento su majestad, es solo que jaja~ tiene razĂłn~ 

"Probablemente despuĂ©s de que pasen todos los eventos de la boda en dos dĂ­as más, la primera concubina e hija del duque de Maita, Abril Brown me va a odiar a muerte" 

"Cuando estuve como princesa enemiga y cautiva en este Reino sentĂ­a que ella ya me detestaba" 

"Ahora que lleguĂ© como pieza polĂ­tica y soy la esposa oficial del hombre que ella ama y tras de eso Reina de su naciĂłn siendo una extranjera…" 

"Imagino que no solo ella… Todos querrán hacerme la vida imposible" 

Pensaba Virginia mientras caminaba, hasta que finalmente llegĂł escoltada a la recámara donde esperaba su marido. 

••••••••••

Las puertas se cerraron. 

Virginia comenzó a caminar dentro de la habitación, su curiosa mirada se movía de un lado a otro observando la lujosa recámara matrimonial que predominaba en colores opacos.

Esa que era la habitaciĂłn exclusivamente preparada para las noches en las que el Rey de Maita quisiera intimar con su Reina en el Palacio principal del Reino. 

Virginia sabĂ­a que despuĂ©s de los tres dĂ­as de ceremonia, ella serĂ­a instalada en el castillo de la Reina y a partir de ahĂ­, tendrĂ­a un horario en el que compartirĂ­a la cama con ese hombre. 

Finalmente llegĂł al anexo correcto y abriĂł la puerta. 

La habitaciĂłn estaba a oscuras de no ser por algunas lámparas de pared distantes que daban una leve iluminaciĂłn. 

A pocos metros de la gran cama matrimonial, se encontraban las puertas de cristal de un amplio balcĂłn, las cuales estaban abiertas permitiendo que la luz de la luna ingresara. 

Una sombra ingresaba desde el balcĂłn al interior de la habitaciĂłn, una silueta masculina. 

El pequeño y frágil cuerpo de Virginia Wiztan comenzó a temblar, un escalofríos la recorrió.

Ella intentĂł hablar, decir algo, pero aunque sus labios se separaron, de su pequeña boca no salieron palabras. 

¡Estaba extremadamente asustada! 

Virginia no pudo decir nada y continĂşo caminando hasta ese balcĂłn. 

Fue justo cuando quedĂł dos metros detrás de Ă©l, que el Rey Lance Lamparth se volviĂł hacia atrás y posĂł su mirada en ella. 

El alto hombre sostenĂ­a una copa media llena en su mano derecha mientras que con una frĂ­a y molesta expresiĂłn veĂ­a a Virginia de pies a cabeza. 

Él continuaba vestido con el mismo traje de evento ceremonial, lo que hizo a Virginia darse cuenta que a ese hombre poco le importaba darle una buena impresiĂłn a ella. 

— No tienes nada de especial. — ComentĂł Lance para despuĂ©s terminar de beber el lĂ­quido de su copa. — Desde que mi consejero perdiĂł a toda su familia por devolverte a tu Reino me he preguntado que pudo ver en ti para traicionarme a mĂ­. 

El Rey Lance se acercĂł a pasos lentos hasta Virginia apoyando su mano izquierda en la parte trasera del cabello castaño de ella. 

Lance tirĂł con fuerza del cabello de Virginia acercando el rostro de ella hasta el de Ă©l. 

Una sonrisa burlista curvĂł las comisuras de sus labios. 

— Dijeron que tu análisis de pureza saliĂł positivo, ÂżCĂłmo has conquistado al BarĂłn Jones si no fue usando tu cuerpo? Quizá la mĂ©dico que te examinĂł ha mentido. 

Lance arrojĂł la copa de vidrio a un lado la cual diĂł un fuerte sonido al ser rota en pedazos. 

Virginia temblaba de terror mientras ese hombre con una expresiĂłn llena de malicia, soltĂł su cabello y ahora sus grandes manos se posaron en los bordes de su grueso abrigo dorado el cual Ă©l se lo quitĂł arrojando el mismo al suelo.

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