En ese momento, Jace Hudson estaba pisando el vasto terreno de la casa familiar de los Hudson. Había dicho a sus padres que vendría a cenar.
Les había dicho por teléfono que no estaba listo para ningún matrimonio arreglado ni cita a ciegas que intentaran imponerle.
Pero para que todo quedara claro, iría a cenar y expresaría su desaprobación al respecto. No debían darle a la pobre dama ni a su familia falsas esperanzas.
Iba vestido con una camisa y pantalones sencillos, igual que su hijo Eli. El niño es la viva imagen de su padre. Jace se aseguraba de que todo lo que pidiera viniera en su tamaño y en el de Eli.
El corte de cabello de Eli era igual al de su padre. Al bajarse del coche, lo alzó del suelo y lo sostuvo en brazos. Vio la expresión de asombro en el rostro del niño.
—Papá, ¿esto es un palacio? —preguntó Eli. Una casa tan grande, con muchos hombres y mujeres uniformados. Había luces por todos lados y el lugar brillaba como un palacio.
Siempre que veía m