Rosalinda sintió que sus rodillas temblaban. Volvió suavemente y se hundió en el sofá. Dejó que sus lágrimas cayeran por sus mejillas. Estaba realmente condenada. Estaba perdida.
Sabía que era un mujeriego. Pero pensó que, como la amaba tanto, había abandonado su vida disoluta y se había aferrado solo a ella.
Fue estúpida por no decir nunca que no cuando él quería sexo. Ella le ofrecía sexo y se aseguraba de que él disfrutara cada segundo. Le fue fiel y ahora, él jugó con sus emociones.
Jugó con su corazón. Le hizo creer en esa falacia llamada amor. Le hizo abrir la puerta de su corazón, ¿y esto es lo que se lleva a casa?
Qué estúpida e ingenua había sido. ¿Por qué siempre tenía que ser estúpida con todos? ¿Por qué su vida se desmoronaba por segunda vez?
"Te amo, Chase. He llegado a amarte más que a cualquier otra cosa en esta vida. Por favor, no me hagas esto. Te amo mucho y no podré respirar sin ti", suplicó.
"No te amo. Lo único que siento por ti ahora es asco e irritación. Por fav