Ambas caminaron un rato sin decir palabra.
El jardín trasero lucía precioso bajo la suave noche de primavera. Rubí disfrutó del aroma fresco y floral en el aire.
Podía sentir que Stephen estaba cerca. Se volvió hacia Serena y dijo:
—Puedes hablar libremente ahora, si tienes algo que decir. Nadie nos escucha aquí.
Rubí confiaba en que Stephen le avisaría si alguien de Zoey estaba merodeando.
—Rubí, quiero preguntarte sobre algo. Quizá pienses que es inapropiado, pero… ya no puedo guardarlo más. Tal vez tú seas la única que pueda decirme la verdad —dijo Serena con cautela, clavando una mirada intensa en el rostro de Rubí.
Rubí se detuvo y la miró.
—Dime lo que piensas. ¿Tiene que ver con Dylan?
Las palabras de Rubí tomaron por sorpresa a Serena. Abrió los ojos, impresionada, y asintió de inmediato.
—Eres muy inteligente, de verdad. Pero supongo que tampoco soy buena ocultando mis pensamientos.
—Adelante, pregunta —dijo Rubí, soltando un largo suspiro y preparándose mentalmente.
La expre