Capítulo 8. Una boda apresurada.
Cuando subieron al coche el teléfono de Lorenzo comenzó a sonar, era la niñera que lo llamaba porque Gianna se había despertado y estaba llorando por su mamá. No había logrado calmarla, al fondo se oía a la pequeña que lloraba a todo pulmón.

―Papá, me dijiste que cuando despertara mi mamá estaría aquí y no está ―sollozó la pequeña.

―Vamos en camino, mi princesa, te pondré a mamá para que te diga cuando llegamos que voy conduciendo el coche ―dijo Lorenzo a su hija.

Bianca tomó el aparato que él le tendió.

―No llores, mi pollito, que ya voy en camino, mi maleta se había perdido.

―Mi papá te comprará ropa, pero ven ya, mamá ―pidió la niña haciendo un puchero.

―Ya voy, corazoncito, pronto llegaré. ¿Por qué no sacas tus vestidos más lindos para que cuando yo llegue veamos que te pondrás mañana para la boda? Dile a la niñera que te ayude ―le propuso para calmarla.

El viaje de regreso lo hicieron más rápido que el de ida, cuando llegaron a la casa, Lorenzo bajó la caja con el vestido d
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