PREFACIO
“Sobre las frías montañas del norte, en una misteriosa isla que conecta la vida y la muerte, una bella joven de cabellos oscuros como el tronco de los espesos árboles que la rodean, descansa, arropada por los densos juncos que crecen junto al estanque, mientras siente como la lluvia la empapa.
Sus lágrimas siguen saliendo sin cese, confundiéndose con las gotas de lluvia que por su bello rostro caen.
Aún puede recordar a aquel al que amó, su vida junto a él, y el inmenso dolor que provocó su pérdida.
Aún puede recordar a su hermosa hija casándose junto al bueno de Ebraín, aquel que supo darle todo lo que su pequeña necesitaba.
Aún puede recordar el tiempo, las estaciones, a las personas que han pasado por su vida y se han marchado, dejándola tan sola como se encontraba en aquel momento.
La lluvia parece haber cesado, pero es incapaz de levantarse, incapaz de seguir adelante con aquella vida. Ya no le queda nada por lo que seguir adelante.
Andrea se había marchado una agradable tarde de otoño, dejando atrás a su esposo de avanzada edad y a su pequeña Aurora, a la que atesoraba, pero nada podía hacer, había llegado el momento de dejar aquella vida atrás.
Más tarde, Aurora también la había dejado, incluso Carolina, la hija de esta, lo hizo.
Marina, su humilde mentora, aquella que la había guiado por el buen camino, aquella con la que tenía esa conexión especial, pues era además la madre de aquel al que amó, también se había marchado.
Ya no había nada por lo que seguir luchando”
Capítulo 1
–
El mensaje
del Elfo.
Emily se levantó de los juncos despacio, admirando como Lis, su fiel protectora salía a la superficie del estanque y la miraba con ojos enfadados.
Lis era una ninfa del mar, tenía la parte superior del cuerpo (incluida la cabeza), como la de una niña de apenas 5 años de edad, y la parte inferior era similar a la de un pulpo, con tentáculos y todo.